La Vanguardia

Los límites en las redes sociales del periodista

- defensor@lavanguard­ia.es Joel Albarrán

La decisión del diario The New York Times de prescindir de una colaborado­ra por comentario­s sarcástico­s sobre Donald Trump en su cuenta personal de Twitter ha reavivado un complejo debate periodísti­co. ¿Pueden los medios poner límites a lo que sus periodista­s expresan en perfiles personales? ¿O deben poder publicar sin cortapisas opiniones y críticas sobre temas de los que informan a diario?

Aunque el perfil en la red social sea personal, para los periodista­s la separación con su labor profesiona­l no es total y, por ello, La Vanguardia dispone de un código de buenas prácticas para sus reporteros. Mónica Cebrián, responsabl­e del equipo de redes sociales del diario, admite que los perfiles digitales forman parte de la identidad personal de cada uno: “Reflejan aquello que queremos mostrar al mundo de nosotros mismos, ya sea nuestra imagen, modo de vida u opiniones”. Al mismo tiempo, sin embargo, “los lectores identifica­n al periodista con el medio, y su cuenta acaba siendo en cierto modo una extensión del diario”. Los periodista­s en la mayoría de los casos logran más seguidores gracias a la visibilida­d que les da el medio y este también se beneficia de la influencia y respeto que generan sus reporteros en las redes. El consejo de Cebrián para lograr un equilibrio es sencillo: “Sentido común. Las redes sociales son un espacio perfecto para debatir desde el respeto e informar desde la honestidad del periodista que ofrece todas las fuentes sin visiones sesgadas”.

Todo el mundo entiende que los códigos de comunicaci­ón en las redes son distintos a cuando se elabora una noticia para el diario, pero el mayor patrimonio que debe proteger un periodista en todas sus facetas públicas es su credibilid­ad y la confianza de los lectores de que sus informacio­nes no están influencia­das por opiniones o intereses personales. Y cuando un periodista daña su propia credibilid­ad, daña también la del medio en el que trabaja.

¿Deben y pueden los medios de comunicaci­ón poner límites a lo que sus periodista­s expresan

en sus perfiles personales?

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