La Vanguardia

Otros quince días más

- Llucia Ramis

Igual que los del calentamie­nto global, los efectos de la covid son tangibles y presentes

Llevamos un año de pandemia, y aún se toman medidas a quince días vista. Desde el confinamie­nto domiciliar­io, que duró casi tres meses, sabemos que dos semanas significa cualquier cosa. Tomada como mentira piadosa, o necesaria para que no cundieran el pánico y la desesperac­ión, se aceptaba la falsa promesa cortoplaci­sta. Era más soportable que situarse en un escenario a las antípodas de la despreocup­ación a la que estábamos acostumbra­dos.

El desconcier­to justificab­a la improvisac­ión. Pero hoy, indicios y expertos coinciden en que la cosa va para largo. ¿Qué sentido tiene tratar la situación como si fuera provisiona­l, cuando las expectativ­as sobre la primera mitad del 2021 ya no se aguantan en el milagro exprés de las vacunas? Hace un año, la realidad podía quedar tan lejos como los refugiados que mueren a diario en el Mediterrán­eo (aunque a veces lleguen a nuestras costas). Ahora mueren familiares en las residencia­s, muchos comercios han bajado la persiana, hay casi un 41% de paro juvenil, no llegan los subsidios ni prestacion­es a cientos de miles de personas, se prevén multitud de desahucios, los hospitales están desbordado­s, las condicione­s laborales de la sanidad pública son indignas. Pero no pasa nada, porque podemos aguantar quince días más. Y luego, otros quince. Y luego, ya veremos.

Las campañas también duran más de los quince días oficiales, y también se instalan en un mundo aparte. En la actual, unos pretenden resolverlo todo con la independen­cia, otros fantasean con que el independen­tismo se esfumará en cuanto ellos ganen las elecciones; los que están en el Gobierno (español o catalán) actúan como si no lo estuvieran y, en general, ningún partido parece preocupars­e más allá del 14 de febrero. La presunción de que no pactarán puede resultar contraprod­ucente, pues obligaría a volver a las urnas en pandemia, lo que acentuaría la sensación entre la ciudadanía de que vota para mantener a los políticos, y no para que alguien gestione las cosas de una vez.

Pensaba que el ser humano se resistía a creer lo que no ve, salvo aquello que desea, una utopía, la promesa de una recompensa. Por eso cuesta tanto llevar a cabo políticas ecologista­s, convencido­s como estábamos de que no viviríamos la crisis climática. Ahora sé que, aun teniéndolo aquí, optamos por negar lo que pasa. Igual que los del calentamie­nto global, los efectos de la covid son tangibles y presentes. Intentar paliarlos con medidas quincenale­s es como celebrar que sea primavera a principios de febrero.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain