Atraer al público local y potenciar el turismo cultural
puede tener un efecto locomotora y dar notoriedad a la institución que dirige.
Jesús Rodríguez apunta la confluencia de dos intereses como catalizador del acuerdo. Por un lado, el deseo de Barcelona de acoger grandes exposiciones que enriquezcan la oferta museística y cultural de la ciudad. Por otra parte, el interés de Arthemisia de trabajar en Barcelona, interés que hasta ahora no se había podido concretar, entre otras razones, por la falta de un espacio adecuado.
El directivo de la empresa promotora de las exposiciones de Escher, Monet, Chagall y las que puedan llegar a Barcelona en los próximos años destaca la voluntad, compartida con el Ayuntamiento,
de captar un público barcelonés y del resto de Catalunya y España. Según Jesús Rodríguez, entre el 60% y el 70% del público que pasa por sus exposiciones es local. A su juicio, la programación de grandes exposiciones en el Museu Marítim puede ser un incentivo para la recuperación de la Rambla. Todo ello sin obviar que este proyecto se integra en la nueva apuesta del Ayuntamiento y de Turisme de Barcelona por el turismo cultural.
Las restricciones impuestas como consecuencia de la covid condicionarán, qué duda cabe, el arranque de esta nueva experiencia cultural en Barcelona, que aspira a atraer miles de visitantes. En Madrid, por la exposición dedicado a Fernando Botero en Centrocentro (Cibeles) han pasado más de 63.000 personas a
EN PRO DE LA SEGURIDAD Las restricciones condicionarán el arranque de esta nueva experiencia
UN LUGAR PRIVILEGIADO
La Sala Gran del equipamiento es ideal para las grandes muestras itinerantes
pesar de las limitaciones, incluida la del 50% del aforo. El responsable de la promotora de estas exposiciones afirma que, en cualquier caso, estas se desarrollan en un entorno de máxima seguridad para los visitantes.
Jaume Collboni y Xavier Marcé señalan, por su parte, que la utilización de la Sala Gran de las Drassanes resuelve la dificultad de encontrar un espacio adecuado para las grandes exposiciones itinerantes y rechazan la idea de que esta nueva experiencia pueda entrar en conflicto con la programación de los otros grandes equipamientos culturales de la ciudad. De hecho, esta fórmula no tiene coste para la administración pública, ya que, en función del acuerdo con los organizadores de las exposiciones, el museo recibe un fijo por cada entrada vendida.