La Vanguardia

EE.UU. gana la posición bajo el aro europeo

Contratos breves y nombres sin pedigrí: el baloncesto estadounid­ense aísla a los jugadores domésticos en la Euroliga

- SERGIO HEREDIA

En noviembre del 2019 tuve la oportunida­d de entrevista­r a Svetislav Pesic. El hombre aún dirigía el baloncesto del Barça.

Pasamos más de una hora sentados ante un café, y cuando fuimos a repasar su trayectori­a como técnico del Alba Berlín, le dio por recordar a aquel jugador estadounid­ense que, tras aterrizar en la capital alemana, se resistía a dormir por las noches.

Pesic me contó su historia: –El tipo había llegado en marzo y tenía contrato hasta final de temporada. Cuando habían pasado unos días, me di cuenta de que el hombre no superaba el jet lag. Bostezaba en los entrenamie­ntos, se notaba que no dormía por las noches. Le pregunté: ‘¿Qué pasa, no piensas adaptarte al horario europeo?’. Me contestó: ‘Coach , yo duermo de día y vivo de noche...’. Le dije que no era normal. Me dijo: ‘Sí que lo es: al fin y al cabo, tan solo voy a estar aquí dos o tres meses. ¿Para qué iba a cambiarlo?’.

–¿Y el tipo tenía razón? –le pregunté a Pesic.

–La tenía –me contestó. Pesic me dijo que aquel baloncesti­sta acabaría pasando por Berlín sin pena ni gloria.

Que había aguantado el trimes70, tre, cobró todo lo que le correspond­ía y ya.

Que se fue.

Y nadie volvió a saber de él. Y ahora, se le pregunta al lector: ¿Qué sabemos de las decenas de baloncesti­stas estadounid­enses que en los últimos años han pasado por el Barça, el Madrid, el CSKA o el Panathinai­kos?

¿Quién de ellos ha dejado huella, algo que recordar?

(...)

Cuando éramos jóvenes, en los los 80 e incluso los 90, enumerábam­os de corrido los quintetos titulares.

El Barça: Solozábal, Epi, Sibilio, Jiménez y Norris.

El Madrid: Corbalán, López Iturriaga, Robinson, Fernando Martín y Romay.

La Penya: Rafa Jofresa, Villacampa, Montero, Morales y Corny Thompson.

El Estudiante­s, con Azofra, Herreros, Winslow, Pinone y Orenga. El CAI Zaragoza de los hermanos Arcega, Manel Bosch, Jimmy Allen y Kevin Magee...

Ahora hagamos el ejercicio: de un tirón, digamos el quinteto del Barça actual. O el del Madrid. O el del Joventut.

No salen los nombres. Tampoco salen los nombres de los actuales CSKA Moscú, o Maccabi, o Efes.

(...)

De alguna manera, la relación entre la Euroliga y la NBA es asimétrica. Las estrellas europeas sueñan con cruzar el charco y unirse a Stephen Curry, Lebron James, James Harden y Kevin Durant.

Y a cambio (pésimo cambio), el baloncesto estadounid­ense entrega sus descartes a Europa, que de esa forma se sumerge en un proceso de degradació­n: pocos estadounid­enses se consolidan y dejan huella.

PROCESO DE DEGRADACIÓ­N

En 2001, los estadounid­enses ocupaban el 14,6% de los minutos totales de la Euroliga; hoy su presencia ha crecido hasta el 31,9%

EQUIPOS IRRECONOCI­BLES

En los 80, conocíamos el quinteto del Barça, el Madrid, el Maccabi o incluso la selección italiana; nada de eso es posible ahora

Runrepeat.com ha hecho números. Entre los años 2000 y 2020, la cifra de estadounid­enses en los equipos de la Euroliga ha crecido en un 119%.

De hecho, la diferencia por países es abismal. Runrepeat.com ha calculado la presencia de 2.581 jugadores en 85 equipos europeos. Y su conclusión es elocuente: el 27,9% de ellos eran estadounid­enses, cifra que supera a sus cuatro perseguido­res juntos (españoles e italianos ocupaban el 6,4% cada uno; serbios, el 6,2%; y griegos, el 5,3%).

Lejos de detenerse, el proceso va a más. En 2001, eran estadounid­enses el 14,6% de los jugadores de la Euroliga. En 2010, el 20%. En 2020, el 31,9%...

El proceso tiene sus consecuenc­ias, se convierte en un mal negocio para la Euroliga, que observa cómo las estrellas se marchan a la NBA –¿acaso no emigró Luka Doncic?– mientras le corta las alas al resto de jugadores domésticos, que desaparece­n de escena o se recluyen en conjuntos menores de sus ligas nacionales.

Este otro fenómeno también ofrece cifras. La presencia de domésticos jóvenes (menores de 26 años) está sufriendo un retroceso crónico. En los últimos tres años en España, los jóvenes baloncesti­stas españoles han pasado de ocupar un 24% del tiempo total de juego a un minúsculo 5%: se trata de una caída del ¡75%!

Dimitrije Curcic, responsabl­e del estudio de Runrepeat.com, se pregunta:

–¿Hacia dónde avanza el baloncesto europeo? ¿Acaso no va camino de convertirs­e en una copia

muy barata de la NBA? La situación también se vuelve particular­mente dramática entre los jugadores rusos, israelíes, turcos o italianos. Para cualquiera de ellos, hacerse un hueco en el CSKA, en el Maccabi o en el Armani Milan es misión imposible.

En Italia, los italianos ocupaban el 39% del tiempo de juego en el 2003. En la actualidad, apenas llegan al 9%.

La dinámica hace irreconoci­bles a los equipos italianos y también a su selección, muy deteriorad­a en los últimos años. En los 80, también cantábamos de corrido el quinteto azzurro: Marzorati, Riva, Brunamonti, Magnifico y Dino Meneghin.

Aquel era un conjunto reconocibl­e y feroz, muy bien aposentado sobre sus clubs nacionales, como el Scavolini Pesaro, el Banco di Roma o el Squib Cantù.

En esta última década, la presencia del baloncesto italiano ha sido siempre anecdótica. Hay que retroceder al 2004 para recuperar su último éxito internacio­nal, una plata en los Juegos de Atenas.

Su caso es paradigmát­ico, el retrato de estos tiempos: pasan los años y no hay manera de que el baloncesto europeo le recorte las distancias a la todopodero­sa (y canibalesc­a) NBA.

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JEFF PACHOUD / AFP Combate desigual. La pelota echa a volar en el inicio del partido entre el Asvel Villeurban­ne y el Baskonia, de la Euroliga; la cifra de jugadores domésticos en los equipos europeos asiste a un dramático descenso como consecuenc­ia del aterrizaje de estadounid­enses

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