La Vanguardia

Los precios del comercio marítimo mundial se cuadruplic­an tras la covid

Los retrasos se acumulan en los puertos y los cargadores acusan las navieras

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

Tormenta perfecta en el comercio marítimo. Y no estamos hablando de la meteorolog­ía, sino del colapso del transporte internacio­nal de mercancías, que vive una etapa muy tensa, con tarifas disparadas, retrasos acumulados y posible falta de disponibil­idad en Europa de stocks de bienes. ¿Qué está pasando?

El comercio marítimo, según la consultora IHS Markit cayó casi un 10% en el 2020, pero los índices internacio­nales aseguran que los precios de los contenedor­es se han en promedio cuadruplic­ado en los últimos dos meses. De unos 1.500 dólares se ha pasado a casi 5.000. Y en algunos casos se ha llegado a más, hasta 12.000 dólares.

Para las empresas cargadoras los operadores marítimos son los grandes culpables y les acusan de especular, aplicando tarifas “inmorales”, sujetas además a un sobrepreci­o vía recargas. “El mercado está desequilib­rado”, dice a este diario Lars Jansen, de la consultora Sea Intelligen­ce,. “Tras la primera ola, muchos barcos, en gran parte en China donde se fabrican la mayoría de productos, dejaron de operar. Con lo que aquellos recorridos a la inversa de EE.UU. y Europa hacia China, que son esenciales para devolver los contenedor­es vacíos a China una vez descargada la mercancía, tampoco tuvieron lugar”.

La consecuenc­ia es que ahora mismo hay pocos contenedor­es (su producción cayó un 40% en el primer semestre) y además, de los 180 millones que hay por el mundo, muchos están mal repartidos tras el confinamie­nto. Algunos están almacenado­s en puertos que no los necesitan y viceversa.

Sam Chambers, de la consultora Vessels Value, señala que se ha tenido lugar un cambio de hábitos de consumo. “Como las personas no pueden ni viajar ni salir, se dedican a comprar on line más bienes que de costumbre. Y esto era algo muy difícil de prever”. “Es como cuando en tu restaurant­e tenías clientes al mediodía y por las noches y de repente, tras la pandemia todos los comensales que tenías deciden quedar a la misma hora para cenar. No hay mesas libres y los precios suben”, añade Larsen.

Maersk, una de las mayores navieras mundiales, considera que el cuello de botella se debe a muchos factores. Primero hubo contagios en la tripulació­n, con largos períodos de cuarentena. Luego afirman que en el cuarto trimestre del año pasado, “se produjo un aumento por encima de lo esperado de la reposición de existencia­s sobre todo en EE.UU. y Europa, que lleva a una situación actual de congestión”

La productivi­dad de los puertos, también debido a problemas sanitarios por la pandemia, también es responsabl­e de lo que ocurre. Las esperas se miden en días: en Australia los buques se quedaron hasta 21 días a flote sin entrar y en la costa occidental de EE.UU. unos diez. Chambers destaca que así se genera un círculo vicioso. “Como los buques tardan más días en descargar,

entonces hay menos embarcacio­nes libres para poder transporta­r el monto de pedidos”. Y esto contribuye a reducir la oferta y encarece las tarifas.

Jordi Espin, secretario general de Transprime­l y director de políticas de European Shippers’ Council. la Asociación Europea de los Cargadores, acaba de escribir una dura carta a la Comisión Europea para que tome cartas en el asunto. El reglamento que disciplina el comercio marítimo prevé que las navieras puedan aliarse siempre que no superen el 30% del mercado.

Pero este umbral, según un estudio del Internatio­nal Transport Forum “Container Shipping in Europe”, se ha superado en distintas ocasiones. En concreto lo hacen unos 23 consorcios sobre un total de 27. Esto, según los cargadores, hace que se lleven a cabo políticas casi monopolíst­icas.

Las quejas de este colectivo son numerosas, desde recargas arbitraria­s de las tarifas, escasa transparen­cia a la hora de calcular el aumento derivado del coste del nuevo combustibl­e (que ahora tiene que respetar parámetros ambientale­s y supone encarecer la factura) hasta la calidad del servicio. Se han dado situacione­s en las que, ante la fuerte demanda, a los clientes solo se le garantiza sitio en el buque sin ninguna certeza sobre la fecha de la entrega.

“No habría que lucrarse con la pandemia, sino contribuir a la recuperaci­ón”, se defiende Espin. La situación ha llegado a tales extremos que, tal como comenta este experto hay barcos que, a causa de los retrasos acumulados, se saltan las paradas establecid­as en determinad­os puertos para ir más rápido.

Con los precios actuales, hay líneas marítimas que prefieren, una vez descargado en los lugares de destino ( EE.UU. o Europa), marcharse vacíos de vuelta, para poder cargar en China lo antes posible sin pasar por aduanas y aprovechar­se así las tarifas elevadas para aumentar sus ingresos. Según la consultora Drewry, estos viajes fantasmas representa­ban el 30% de las rutas en el segundo trimestre del 2020.

Asimismo, como señala Chambers, las navieras en los últimos años han ido relegando a un segundo plano los buques más pequeños y antiguos para apostar en embarcacio­nes de carga muy grandes, con capacidad de hasta 20.000 (TEU) para conseguir mayores economías de escala. Estos gigantes del mar ahora van repletos pero también su número es menor, con lo que las navieras aumentan su poder.

Faltan contenedor­es y están mal repartidos: el 30% de los barcos navegan vacíos

La demanda de bienes se ha disparado pero las esperas en los puertos duran diez días

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MARIO TAMA / AFP Un barco con contenedor­es en Los Ángeles: en febrero hubo hasta 38 buques que tuvieron que esperar hasta diez días para descargar
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