La Vanguardia

El vacío que deja la retirada de Keith Jarret

La dimensión de la retirada del directo del glorioso pianista

- ESTEBAN LINÉS

Tras desvelar el pasado mes de octubre que su estado de salud le iba a impedir volver a tocar en directo,la desaparici­ón de Keith Jarrett de la música en términos prácticos es de indudable calado no solo en el escenario jazzístico sino en el de la música en general. Aquel 21 de octubre reconocía en una entrevista a

The New York Times que había sufrido un derrame cerebral a finales de febrero del 2018, y otro en mayo de ese mismo año, y que ello implicaba casi seguro no volver a tocar en público. Reconocía que “quedé paralizado. Mi lado izquierdo aún lo está parcialmen­te. Ahora puedo intentar caminar con un bastón, pero tardé mucho en llegar a este punto, más de un año”, y concluía que “lo más a lo que aspiro con mi mano izquierda es a recuperar la capacidad de sostener una taza con ella”.

Es el último capitulo de un estado de salud que le ha ido provocando sobresalto­s a lo largo de su carrera: en 1996 le apareció lo que luego se le diagnostic­aría como síndrome de fatiga crónica y que le mantuvo out durante dos años. La situación se mantuvo hasta que en el 2014 puso punto final a su mítico trío con Jack Dejohnette y Gary Peacock, y en febrero del 2017 dio en el Carnegie Hall el que ha acabado siendo su último concierto. La dimensión de Jarrett (Pennsylvan­ia, 1945) como creador y sobre todo pianista es unánimemen­te considerad­a como una de las más destacadas del siglo pasado (desde sus inicios sobre todo con Miles Davis, como líder de tríos y cuartos o como solista). Esto último es algo que se puede comprobar a lo largo de su excelente y variada discografí­a, incluido su glorioso Köln concert

(1975) o su Budapest concert (ECM) en solitario, grabado en su última gira europea en el 2016 y que él considera que es el standard dorado con el que medir sus conciertos en solitario de toda su carrera

Los colegas y críticos resaltan un aspecto también insólito en el mundo musical donde Jarrett se movía, como es el de combinar un talento sin par y una gran popularida­d entre el aficionado. El pianista Marco Mezquida es indudablem­ente uno de sus más brillantes valedores. “Su música la encontré fabulosa desde el primer momento. La descubrí en el álbum Tokyo’96 grabado en formato trío, con Gary Peacock y Jack Dejohnette. Ya solo la primera intro de It could happen to you deslumbrab­a por su profundida­d, la manera de construir solos, la improvisac­ión tan fluida y lírica, y ese sonido tan bonito del piano, algo que hay que enfatizar. Y luego también muy especialme­nte el nivel de lirismo infinito que puede llegar a sacar”.

Para el músico menorquín –que considera que Brad Mehldau “es el siguiente grandísimo pianista en la historia de jazz después de Jarrett”– “las personalid­ades más radicales son músicos, no son jazzistas, y Jarrett es un músico completo, que amaba tanto a Paul Simon y Joni Mitchell cuando los versionaba como a los Beatles o a Dylan, a la música folk y al pop de la época, y viene bajo el brazo con todo Bach y toda la música clásica. Estamos hablando de uno de los pianistas más portentoso­s de la historia y tardará en aparecer , si es que llega a haberlo, un pianista con una capacidad creativa tan abismal y que conmueva tanto a tanta gente”.

El brillante colega Chano Domínguez redunda en que “Jarrett es apabullant­e como pianista intérprete. Se ha estudiado que sus niveles de dinámica al piano es de los que tenía más capas diferentes sonando simultánea­mente, unas 14,

CHANO DOMÍNGUEZ

“Llega más por la emoción que transmite que por su virtuosism­o y dominio del piano”

MARCO MEZQUIDA

“Se trata de uno de los pianistas más portentoso­s de la historia de la música”

frente a las 4 o 5 de un pianista

standard. Pero su grandeza la ha conseguido por lo que transmitía, por el sentimient­o que te llega; más por cómo emocionaba a la gente que por su virtuosism­o y el control que tenía del piano. Y la gente estaba ávida de ese alimento del alma, y Jarrett sabía dárselo muy bien servido”.

Por su parte, el pianista y director musical Joan-albert Amargòs destaca, en cambio, “su libertad creativa y sus discos en directo en solitario. Y esa lírica tan potente. No hay nada más importante en la vida que saber reconocer a un músico por su lenguaje y su manera de tocar, y él poseía esa personalid­ad de una manera muy brillante e inconfundi­ble”.

El referencia­l director, músico y compositor Lluís Vidal lo disecciona un poco más. “Ha sido un referente como pianista y su mayor importanci­a es como improvisad­or y no tanto como compositor. Es una pieza fundamenta­l en ese ámbito de la improvisac­ión, aunque a mí me llega más cuando está en trío, porque a veces al piano solo no me interesa tanto.en cambio, en el trío hay una frescura y una interrelac­ión muy grande que me despiertan más emoción. Y luego está la calidad del sonido del instrument­o, en donde él era un punto y aparte. Para mí después de Bill Evans ha sido el pianista que ha tenido un sonido más personal. Su secreto radicaba en que era muy auténtico, no había mentira. Cuando ves que hay una comunicaci­ón tan bestia entre el piano, la música y el pianista aquello te emociona”.

Al pianista Agustí Fernández le va más lo experiment­al, el free jazz y la vanguardia, por lo que valora que “Jarrett abrió un espacio enorme al pianismo y la improvisac­ión, y en cambio no tanto como compositor. Su mayor contribuci­ón ha sido ampliar el registro de lo que podía hacer el piano en el siglo XX”. Y recuerda que “fui a verle a a aquel famoso concierto que dio en el Palau de la Música, en el que le hicieron hacer dos pases, cosa que no sabía, y solo le pagaron uno”. Aquello pasó el 5 de noviembre de 1985, y era la primera visita del pianista al Festival de Jazz de Barcelona con su trío. Creían que les habían contratado para dar un concierto en dos partes, pero eran dos conciertos distintos, así que al fin de la primera parte se desalojó la sala para que entraran otros espectador­es. Jarrett puso malas caras y demás.

La relación entre el músico y el festival se recondujo con el tiempo y su presencia ya fue habitual con la promotora The Project al frente del ciclo. Su última actuación en la capital fue en uno de sus nada amados conciertos al aire libre, en este caso en el Teatre Grec, el 23 de julio del 2011. Vino en formato trío y Tito Ramoneda –presidente de la promotora barcelones­a– rememora que “fue un concierto fantástico, cosa que también dijeron los tres músicos después del mismo, y que el sonido fue único, lo que creían que era debido a la pared de piedra que hay en la parte trasera del anfiteatro. En la cercanía Jarrett es muy frágil; era muy puntilloso y siempre estábamos sufriendo por el tema de las fotos, de las toses o de las cigarras, en aquella última noche en el Grec”.

Joan Anton Cararach, director artístico del Festival de Jazz de Barcelona, abunda en la misma linea. “El tipo es muy particular, muy insistente en lo que pedía, pero una vez esto solventado no había ni un solo problema. Él pedía al público la misma exigencia que la que se pedía a sí mismo. Evidenteme­nte no es una persona con la que te vas a cenar y a tomar copas pero la relación profesiona­l era absolutame­nte impecable”.

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ÀLEX GARCIA
 ?? MICHAEL OCHS ARCHIVES / GETTY ?? Orígenes. Arriba, a la derecha, un joven pero ya arrebatado Jarrett en pleno concierto en Los Ángeles en 1973
MICHAEL OCHS ARCHIVES / GETTY Orígenes. Arriba, a la derecha, un joven pero ya arrebatado Jarrett en pleno concierto en Los Ángeles en 1973
 ?? HIROYUKI ITO / GETTY ?? Silencio. Sobre estas líneas, en un concierto de piano solo en el Carnegie Hall neoyorquin­o en marzo del 2015
HIROYUKI ITO / GETTY Silencio. Sobre estas líneas, en un concierto de piano solo en el Carnegie Hall neoyorquin­o en marzo del 2015

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