La Vanguardia

Meritxell Subirats

Directora de Subirats Embotits

- BLANCA GISPERT

Ni la pandemia ni la crisis derivada han frenado a la empresa familiar Subirats Embotits. La cuarta generación, con Meritxell Subirats a la cabeza, siguió invirtiend­o en el 2020, aumentó la facturació­n casi 1 millón de euros y espera crecer un 10% en el 2021.

La familia Subirats lleva casi un siglo vinculada en el negocio del embutido y la carne fresca. En 1926, Jaume Subirats alzó la persiana de un colmado en Santa Perpètua de Mogoda y con el paso del tiempo sus tres hijos, Santiago, Agustí y Ramon, abrieron dos charcuterí­as más en Barcelona. Cada una operaba independie­ntemente hasta que en los años setenta, Jaume Subirats, hijo de Agustí, decidió optimizar costes y crear un pequeño obrador en Santa Perpètua. El centro abastecía a los tres comercios y también a terceras charcuterí­as. La empresa se especializ­ó en la oferta de jamones y, en el 1977, abrió una planta de secado en Hostalets de Balenyà. Diez años más tarde, Subirats adquirió un matadero en Vic para así controlar más de cerca la materia prima.

En los 2000, la familia decidió ir un paso más allá y entrar en los supermerca­dos. Para hacer frente al crecimient­o de pedidos, abrió en el 2005 otra planta de producción, esta vez en la localidad de Centelles, con el foco puesto en el deshuesado de jamón y loncheado de embutidos. También empezó a vender a distribuid­ores del canal de restauraci­ón.

“El último paso que nos faltaba para cerrar el círculo era controlar directamen­te el ganado”, comenta la directora Meritxell Subirats, cuarta generación familiar junto a sus hermanos Elisabeth y Agustí. En el 2020, la empresa adquirió dos granjas, una en el Alt Empordà y otra en la Garrotxa y, este 2021, una tercera en la misma localidad. “La inversión total ha sido de unos 800.000 euros. Con estas tres operacione­s, tenemos unos 600 cerdos en propiedad. No cubren todos los picos de demanda pero la intención es adquirir nuevas granjas para llegar a cubrir el 100% en los próximos años”.

La crisis de la covid apenas ha impactado en el negocio de la compañía. Además de seguir adelante con sus planes de “integració­n vertical”, ha conseguido aumentar ligerament­e la facturació­n, al pasar de los 32 millones en el 2019 a los 32,8 millones en el 2020. El beneficio neto se situó en 1,5 millones de euros.

Este 2021, la empresa espera crecer entre un 8% y un 10% en función de la evolución de la pandemia. El foco está puesto en el canal distribuci­ón, que en estos momentos representa el 20% de las ventas totales. “Vendemos a cadenas como Caprabo, Condis, Carrefour y queremos seguir ampliando nuestra presencia en supermerca­dos del territorio”, señala. La compañía también quiere potenciar las exportacio­nes a Europa. Empezó esta actividad hace 15 años y, en la actualidad, vende a Alemania, Francia, Italia y los países nórdicos. También quiere recuperar la totalidad de las ventas del canal horeca (representa­n el 25%) y mantener actividad en las charcuterí­as de Barcelona (vende a un total de 300).

La compañía, que sigue completame­nte en manos de la familia, emplea a unos 150 trabajador­es, sumando trabajador­es directos e indirectos a través de ETT.

El negocio surgió en 1926 de una charcuterí­a de barrio y ahora produce para comercio, súpers y hostelería

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LLIBERT TEIXIDÓ Meritxell Subirats, directora de la empresa y cuarta generación del negocio familiar

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