El desprendimiento de un glaciar causa una riada mortal en India
Al menos diez muertos y 140 desaparecidos entre obreros de dos presas
El desprendimiento de un glaciar del Himalaya indio dejó ayer al mediodía una estruendosa riada de muerte y destrucción. Aunque a última hora de ayer solo se había recuperado una decena de cadáveres, se temía lo peor para ciento cuarenta desaparecidos en el estado de Uttarakhand.
La catástrofe se desencadenó en las estribaciones de la mítica montaña del Nanda Devi. El torrente de agua y lodo recorrió con la velocidad de un relámpago el desfiladero del río Rishiganga, en el distrito de Chamoli, entrando en tromba a continuación en el Dhauliganga y el Alaknanda, todos ellos tributarios del Ganges.
A su paso, fue arrasando puentes y casas, cebándose particularmente en dos presas con sus respectivas centrales hidroeléctricas en construcción. La primera de ellas habría sido “completamente barrida”, según la policía de la frontera indo-tibetana y habría quedado sepultada “bajo seis metros de fango”.
La mayor parte de los muertos y desaparecidos serían trabajadores de dichas centrales. Al final de la tarde, se abrió un hilo de esperanza, con el rescate de la docena de obreros atrapados en uno de los túneles de evacuación de aguas. Sin embargo, entrada la noche, seguían las cordadas para intentar salvar a una treintena de peones inmovilizados en otro de los túneles anegados.
Las dos hidroeléctricas afectadas dicen haber perdido el contacto con ciento cuarenta de sus empleados. Pero no hay todavía ninguna estimación sobre los lugareños que pueden haber sido arrastrados por las aguas. Debido a la furia de la corriente, algunos cadáveres han sido localizados a decenas de kilómetros río abajo. También cientos de reses, sobre todo ovejas.
El Nanda Devi, de 7.816 metros de altitud, es más que una montaña. Fue la más alta de India hasta la anexión de Sikkim, tierra del Kanchenjanga. Cuenta con un mosaico de siete glaciares, que forman parte de un parque nacional que es, además, patrimonio de la humanidad, según la Unesco.
Sin embargo, poco más abajo, han proliferado las intervenciones agresivas en carreteras y aprovechamiento hidroeléctrico.
Asimismo, un estudio aparecido hace un año, basado en imágenes por satélite, consideraba que los glaciares de la zona han perdido más de un 12% de su extensión y el 25% de su grosor en los últimos veinte años, doblando el ritmo de derretimiento de las dos décadas precedentes.
Dicho de forma más gráfica, glaciares como el que ayer causó el desastre pierden cada año cerca de medio metro de grosor, a causa del calentamiento global.
Este ha cambiado la forma de vida en las estribaciones del Himalaya, donde los vecinos confiesan en el mismo estudio que ya no se abrigan como antes. En el valle en cuestión, la nieve de antaño es ahora lluvia, lo que ha alterado hasta la forma de construir, dando paso a tejados de teja.
Por otro lado, algunos tipos de manzana han dejado de cultivarse porque hace demasiado calor, que algunas verduras nunca vistas en esas altitudes, se están aclimatando.
Un desbarajuste del cual ya advirtieron las lluvias torrenciales del 2013 que, fuera de temporada, dejaron más de seis mil muertos, sobre todo entre los peregrinos hindúes a Kedarnath. Aunque en la riada de ayer, la crecida de las aguas ha alcanzado cotas incluso más altas, lo ha hecho de forma efímera y ya se está volviendo a la normalidad.
Por si acaso, en las localidades sagradas de Haridwar y Rishikesh –capital del yoga donde estos días se circula ya en manga corta– se suspendieron ayer los recreos fluviales. Asimismo, se vació el caudal de dos presas para prevenir un súbito desbordamiento.
Cabe decir que las fuentes del Ganges están cargadas de simbolismo religioso, por lo que la exministra de Recursos Hidráulicos,
Los glaciares de la zona han perdido un 25% de su masa en veinte años, según un estudio reciente
Uma Bharti, llegó a pedir en vano una moratoria de embalses en su cuenca. Actualmente, hay trece centrales en construcción y otras tantas adjudicadas, con docenas más en fase de estudio.
Los síntomas se suceden y hace tres días ya se registró un alud en la misma zona. La entidad ecologista Swechha recordaba ayer que “los activistas y vecinos del valle no han parado de oponerse a los grandes proyectos”. Según su fundador, Vimlendhu Jha, este ha sido “un recordatorio siniestro” de los efectos del cambio climático y del “desarrollo incoherente de carreteras, vías de ferrocarril y centrales eléctricas en zonas ecológicamente frágiles”.
Algo que se da a escala aún mayor en China. Al otro lado de la frontera común, a unas pocas decenas de kilómetros, donde ambos gigantes han reactivado sus rencillas que, a este paso, serán más eternas que las propias nieves himalayas.