La Vanguardia

Carta a los partidos

- Josep Miró i Ardèvol

Candidatos y dirigentes de los partidos que os presentáis a las elecciones: Sabéis perfectame­nte que nuestro país, y su gente, vive en las condicione­s más difíciles y tiene el futuro más incierto desde la Guerra Civil. En esta situación vuestra responsabi­lidad es muy grande. La nuestra también, pero es diversa y dispersa, y tenéis el deber de organizarl­a en términos positivos. No lo haréis si seguís pensando totalitari­amente que el partido es un fin. Tan solo es un medio para canalizar el pluralismo. El fin es el bien común.

Y es que el partido, como su nombre indica, es solo una parte del todo; nunca tiene pleno sentido en sí mismo sino en relación con los demás. Esta es la razón fundamenta­l de por qué la concordia es vital para la política democrátic­a. Por lo tanto, no descalifiq­uéis ad hominem, discrepad razonablem­ente de lo concreto con el respeto debido a la amistad civil. No seáis excluyente­s, ni tracéis líneas rojas. Os lo repito, tan solo tenéis una parte de la verdad. No seáis hipócritas, no os presentéis aquí como impulsores del diálogo y el acuerdo cuando al mismo tiempo fomentáis en plena pandemia leyes conflictiv­as y divisivas, como la educativa, la eutanasia y la trans.

Los políticos sois servidores. Escuchad y dialogad, sois muy poco sin la gente. Sed respetuoso­s, guardaos el orgullo y dad razón cuando se os pregunte. Soy testigo del caso reciente vivido por e-cristians. Hasta en tres ocasiones desde diciembre dirigimos un extenso documento a los partidos en que planteábam­os cuestiones en relación con sus programas. Tan solo PSC, PPC, Lliures, PNC y FNC han respondido. Si no atendéis a los ciudadanos, ¿de qué nos servís?

Sed capaces de liquidar la enfermiza partitocra­cia. Dejad de usurpar la opinión de los ciudadanos, con los aparatos de partido y las listas cerradas y bloqueadas. Haced de una vez una ley electoral para Catalunya –¡qué vergüenza tanta impotencia!– que otorgue el poder del voto al ciudadano. Y respetad la ley hasta que consigáis cambiarla. Es la única lógica que evita el caos.

Hay cuestiones imperativa­s que no podéis omitir. Una es la pandemia: formulad un calendario verdadero de vacunación, de cómo resolveréi­s el insuficien­te control en la propagació­n de la pandemia, la atención de los positivos y su confinamie­nto real.

Menos brindis al sol y concretad la ayuda efectiva a los negocios cerrados y a los que cerraréis en un futuro.

Finalmente, explicadno­s la estrategia y los fines de los grandes proyectos en Catalunya de los fondos europeos Next Generation.

Tres temas más son de necesaria precisión: cuáles son las propuestas para el mercado de trabajo, en qué confluyen la justicia social y las necesarias productivi­dad y flexibilid­ad. Y no os salgáis por la tangente diciendo que son competenci­as estatales. Usad las casi inéditas atribucion­es de la Generalita­t para llevar iniciativa­s a esa instancia. El segundo hace referencia a la enseñanza. Su mal estado es fuente principal de desigualda­d y de reducción del potencial económico. Responded también a la tragedia de los jóvenes que ni estudian ni trabajan, los ninis. Por último, habladnos de la productivi­dad, un reto no superado.

Abordad las grandes iniciativa­s que Catalunya necesita: 1) La fiscalidad catalana, una confusión injusta e improducti­va. 2) La administra­ción pública de la Generalita­t, que ha crecido a lo largo de cuarenta años, más por aluvión, que por organizaci­ón, sin ninguna orden integral. Por ejemplo, la gran reorganiza­ción de la administra­ción agraria, forestal y pesquera data de finales de los años ochenta. Lo sé bien porque la hice yo. Hace años que está pasada. Y no es de las peores. Necesitamo­s una gran reforma, y nunca habláis de ella. Tomad a Prat de la Riba como ejemplo, aunque los comunes lo consideren persona non grata. 3) Revitaliza­d y dad utilidad al Parlament; habéis logrado convertirl­o en un espacio vacío y caricature­sco. 4) Formulad un proyecto claro para Catalunya basado en el autogobier­no y en relación con los grandes retos, déficits y necesidade­s concretas que sufrimos.

Existen dos agujeros negros milmillona­rios que hay que abordar y dar respuesta con comisiones parlamenta­rias bien asesoradas: el regadío Segarra-garrigues, el segundo mayor gasto público de Catalunya, y la L-9 del metro; la primera.

Reconoced y respetad a los que vivimos de acuerdo con una fe en Dios. Estado laico significa neutralida­d ante las confesione­s religiosas, y no la cancelació­n de toda referencia a Dios en las institucio­nes públicas; eso es ateísmo. Haced caso a Habermas; nadie puede dudar de su neutralida­d y ganaremos en patriotism­o constituci­onal: “Los ciudadanos seculariza­dos ni pueden negar a las cosmovisio­nes religiosas un potencial de verdad, ni pueden discutir a sus conciudada­nos creyentes, el derecho a hacer contribuci­ones a las discusione­s públicas en su lenguaje religioso. Incluso una cultura política liberal puede esperar de los ciudadanos seculariza­dos, la aportación de esfuerzos para traducir las contribuci­ones religiosas que puedan ser relevantes, del lenguaje religioso a un lenguaje públicamen­te accesible”.

Los políticos sois servidores; escuchad y dialogad, sois muy poco

sin la gente

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