“La universidad se ha quedado en los años 80”
JOAN GUÀRDIA. Catedrático de Metodología de Ciencias del Comportamiento, dirige la Universitat de Barcelona
La gestión diaria administrativa ocupa buena parte del tiempo del nuevo rector de la UB, Joan Guàrdia (Barcelona, 1958), que aplaza a septiembre el inicio de un plan de reformas para modernizar una entidad que ahora funciona con la lógica de los años 80. Una nueva universidad para vincular al joven de hoy, tanto al estudiante como al profesor, lo que exigirá sacrificios por parte de los más mayores. “Un joven de hoy no entiende cómo funciona la universidad como tampoco entiende cómo funcionan otras instituciones, como el Parlament, y esa desafección es peligrosa. Tenemos que lograr que la universidad vuelva a ser un referente”. La primera resolución adoptada ha sido un guiño a los estudiantes, con la recomendación de exámenes en línea. Guàrdia aúna entusiasmo, perseverancia y gran capacidad de trabajo, con una probada vocación institucional. De refinada elegancia es, además, un buen comunicador.
¿Por qué exámenes en línea?
Esta es una universidad presencial y las características de un examen presencial no son fáciles de traducir a una evaluación en línea. Ahora bien, vista la pandemia, hemos recomendado a las facultades que sean flexibles, con el esfuerzo extra de los docentes.
¿No cree que los universitarios están pagando un precio muy alto por la pandemia, sin ir a clase, a diferencia de los alumnos unos años menores que van cada día?
Y dentro de los universitarios algunos lo están pagando aún más caro, como los de los primeros y últimos cursos.
Ahora pueden volver los de primero. ¿Cómo ha sido recibida esta noticia?
En general, ha sido muy bien recibida por la comunidad universitaria. El inicio de los estudios universitarios implica muchos cambios y requiere un mayor acompañamiento. La experiencia universitaria no sólo consiste en asistir a clase y estudiar, también es conocer gente nueva, hacer amistades, compartir ideas, debatir… y cualquier oportunidad de que nuestro alumnado pueda reencontrarse presencialmente con el profesorado y con sus compañeros es bienvenida siempre que
se haga con todas las garantías de seguridad.
Toma el relevo a mitad de curso y con una pandemia que no le va a dar margen.
La pandemia no debe ser una coartada, sino una oportunidad. ¿Quién nos va discutir ahora que la universidad no tiene la obligación de transformarse digitalmente en una entidad mucho más potente que ahora? ¿Quién nos va a discutir ahora que si hubiéramos confiado en la ciencia básica sabríamos ahora mucho más del coronavirus? ¿O que el teletrabajo no es una realidad?
Muchos cambios necesitan dinero.
Nuestra obligación es convencer que la ciencia no es un gasto sino una inversión. Eso no se incorpora al discurso político. Hay que conocer lo que se hace en estas paredes.
¿Cómo va a cambiar la vida de universitarios y profesores durante su mandato?
Pondremos al estudiante en el centro del hecho académico, con el tácito acuerdo de que él viene a aprender y nosotros le enseñamos. Debemos considerarlo un adulto ciudadano crítico al que hay que enseñarle que hay valores colectivos. Y que la universidad vuelva a ser un punto de referencia para él. En cuanto al profesorado, ha hecho un enorme esfuerzo en estos años. Ahora tenemos que darle amparo para que al nadar tenga el apoyo de barcos de soporte.
Ahora tienen la oportunidad de empezar, con los proyectos Next Generation.
Hay ámbitos en los que un investigador no es experto (como la gestión). Y hay personal administrativo con muchas ganas. Nos falla el patrón, que es de los ochenta.
¿Cómo le gustaría ser recordado?
Hay dos términos que me encantaría que alguien pusiera del paso de mi equipo: valores profundamente académicos y proyecto de futuro, con una UB del siglo XXI.
Una necesidad imperiosa por la pérdida del rol de los campus en la formación y porque los jóvenes ya no piensan solo en ir a la universidad.
Cuando llegué a la UB, al profesor que iba a Sitges a un congreso se le despedía con aplausos en la estación. Ahora cualquier investigador joven ha pasado por universidades de Suecia, Australia o Madagascar y se relacionan con colegas del Reino Unido o EE.UU. Por eso, urge cambiar la universidad, no esta, todas. La peor respuesta es el inmovilismo. Eso supone decir a la gente más mayor que ahora toca hacer un sacrificio.
En su equipo hay personas vinculadas a movimientos soberanistas. ¿No teme perder la autonomía en algún momento viendo lo sucedido en el pasado?
También hay personas en entidades de signo contrario. Yo no pregunté ni me preguntaron. Esa variable nunca estuvo presente.
Urge cambiar la universidad, no esta, todas; la peor respuesta que le podemos dar a los jóvenes es el inmovilismo”