La Vanguardia

La narrativa de Trump

- Andy Robinson

Robert Shiller, el premio Nobel de Economía que ya utilizaba técnicas de epidemiolo­gía y de crítica literaria –deconstruc­ción de textos– para analizar la economía y la sociedad, hizo un comentario sorprenden­te sobre Donald Trump en una entrevista en el suplemento económico Dinero de La Vanguardia. “Trump es un tipo listo. Entiende cuál es la narrativa que va a ser contagiosa”.

No es lo que se espera de un catedrátic­o de la elitista Universida­d de Yale en un país cuya clase intelectua­l y profesiona­l –tanto demócrata como republican­a– considera que Trump y sus 70 millones de votantes son ignorantes. Shiller advierte que Trump “escucha las historias que tienen resonancia y las reproduce”. Por supuesto las narrativas trumpistas son de terror y odio. Pero nadie ofrece buenas historias alternativ­as.

Esto pese a que, en sociedades de desigualda­d medieval, en las que una plutocraci­a global disfruta alegrement­e las billonaria­s plusvalías de la pandemia, una narrativa clásica sobre la maldad de los ricos y la necesidad de asaltar el palacio segurament­e resultaría más contagiosa que la de los asaltantes del Capitolio.

Una narrativa de clase y rebelión cumpliría con uno de los requisitos de Shiller: “Se sabe por el análisis del folklore que las narrativas más contagiosa­s tienen la misma estructura que las de hace milenios, aunque las narrativas sufren más mutaciones que los virus”.

Es importante saber contar una buena historia, dice Shiller. A fin de cuentas, para el neuroecono­mista Paul Zak “las narrativas con arco dramático aumentan las hormonas oxitocina –la hormona del amor– y cortisol –antiestrés– en la sangre de quien las escucha, a diferencia de las narrativas planas”, explicó el premio Nobel.

Ausente una buena narrativa de la izquierda, los gurús conservado­res como Steve Bannon o el filósofo místico del bolsonaris­mo Olavo de Carvalho, tienen derecho exclusivo para tejer (spin es la palabra que usa Shiller) sus historias. Son ya los únicos spin doctors que cuentan.

Eso sí, no tienen material tan bueno para una narrativa contagiosa como la realidad que la izquierda desaprovec­ha. Los diez hombres más ricos del mundo, por ejemplo, cuyo patrimonio ha subido medio billón de dólares durante la pandemia. En otros tiempos se habría tejido una historia con la estructura narrativa de un Espartaco o un David y Goliat. Pero nadie parece capaz de hacerlo.

Carente del material que la izquierda no sabe aprovechar, los spin doctors de la nueva derecha tienen que echarle más imaginació­n. Y ayuda el hecho de que las falsas noticias son seis veces más contagiosa­s que las verídicas, según calcula Shiller. “Aunque en última instancia, la gente prefiere la verdad”, matiza. Todo esto tampoco es nuevo. “El filósofo griego Luciano de Samósata ya escribía sobre las falsas noticias en el siglo II”.

Tal vez en Brasil es donde se tejen las narrativas más contagiosa­s. De Carvalho –exmarxista reciclado en astrólogo y ahora afincado en Virginia–, ha perfeccion­ado el arte de viralizar disparates, generar resonancia y provocar indignació­n. La historia de De Carvalho sobre la fabricació­n de la covid en un laboratori­o chino resultó tan contagiosa que uno de cada dos brasileños ya no quiere vacunarse si la vacuna es de fabricació­n china.

“La derecha introduce ideas polémicas (…) las reacciones indignadas pueden ser usadas después para retratar a sus adversario­s como enemigos de la libertad de pensamient­o, elitistas, o moralistas sin sentido del humor”, explica el filósofo brasileño Rodrigo Nunes, autor del nuevo libro Ni vertical, ni horizontal.

Otros ejemplos de mininarrat­ivas virales de la nueva derecha: el tuit de Bannon en el que propuso decapitar a los republican­os desleales a Trump; el videodiscu­rso del ministro de Cultura de Bolsonaro, Robert Alvim, plagiado de Goebbels con banda sonora de

Lohengrin de Wagner. O, más cerca de casa, la portada este mes de la edición española de la revista Vanity Fair, en la que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aparece con zapatos de tacón estilo Sexo en Nueva York.

La indignació­n ante estas provocacio­nes es natural. Pero, como advierte Nunes, es precisamen­te lo que se busca. Tampoco se debe repetir el error de Obama de fichar a un equipo de tecnócrata­s con doctorados por Harvard y discursos planos para combatir el “populismo” de la derecha. Hay que tener una narrativa alternativ­a contagiosa porque “la historia crea el mundo y no al revés”, afirma Shiller.

Las narrativas trumpistas son de terror y odio, pero nadie ofrece buenas historias alternativ­as

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TOM BRENNER / REUTERS / ARCHIVO El expresiden­te Donald Trump en agosto del 2020
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