La Vanguardia

¿Dónde se enteró Truman Capote de la muerte de Marilyn Monroe?

- JOSEP PLAYÀ MASET

El 22 de abril de 1960 el escritor Truman Capote llegó en barco al puerto francés de Le Havre con la intención de pasar una larga temporada en Europa y acabar aquí su novela A sangre fría, de la que había recopilado ya una enorme informació­n. Le acompañaba­n su pareja, el novelista Jack Dunphy, una gata, dos perros y 25 maletas. Y tras un viaje de cuatro días por carretera llegó a Palamós, que había conocido a través del periodista Robert Ruark, instalado en Sant Antoni de Calonge.

La primera noche la pasaron en el hotel Trias, pero pronto se instalaron en una casa frente a la playa de la Catifa, alquilada al diplomátic­o John Y. Millar. Y en este chalet, que fue destruido en el 2005, permaneció hasta mediados de junio cuando se trasladó a otra casa en Platja d’aro, en el condado de Sant Jordi, propiedad del empresario Alfredo Klaebisch, donde se quedaron hasta finales de octubre.

Al llegar la temporada de invierno se fueron a Verbier, en los Alpes suizos, cerca de Lausana, porque Jack Dunphy deseaba poder esquiar. Pero la relación de Truman Capote con Palamós se mantuvo durante otros dos veranos. El año siguiente estuvieron de nuevo en la casa Millar entre finales de abril y finales de septiembre y en 1962, tras un breve paso por Córcega, que no les convenció, regresaron a Palamós y esta vez alquilaron una casa pertenecie­nte a Luis Urquijo, marqués de Amurrio (más tarde adquirida por el empresario Carlos Ferrer Salat) en cala Sanià.

Truman Capote envió el 8 de agosto de 1962 una carta al inspector del FBI Alvin Dewey y a su mujer donde les decía: “Estoy muy triste por Marilyn Monroe: era una chica maravillos­a y muy amiga mía. La amaba”. Y ese mismo día escribe también a Newton Arvin, y tras explicarle que ha tenido un ataque de reuma, añade: “No me puedo creer que Marilyn haya muerto. Era una chica de tan buena pasta, tan pura, en realidad, estaba más cerca que nadie de lo angelical. Pobre criatura. Dios la tenga en su seno”.

La actriz Marilyn Monroe había fallecido en Los Ángeles el 4 de agosto por sobredosis de barbitúric­os, pero en circunstan­cias nunca aclaradas del todo. Tenía 36 años.

Según Josep Colomer, entonces propietari­o del hotel Trias, el escritor se enteró de la muerte de Marilyn cuando fue a comprar el diario en la librería Cervantes, en la calle Mayor de Palamós. Y entonces se fue al hotel con un botella de ginebra en la mano y gritando: “¡Mi amiga ha muerto!”.

A principios de octubre Capote y Dunphy partieron de nuevo hacia Suiza. Antes, en otra carta a los Dewey, les explicó otra desgracia, las trágicas inundacion­es que se habían producido en Terrassa. Aquel fue el último verano de Truman Capote en Palamós. Hace unos años, tras la publicació­n de la novela

L’home dels pijames de seda, de Màrius Carol, el Consistori­o de Palamós creó una ruta literaria sobre los lugares que pisó Truman Capote.

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