El Manchester City se pasea en Anfield (1-4)
El City golea 1-4 a un Liverpool desconocido y fallón, que prácticamente renuncia al título
Un Anfield sin público, sin bufandas rojas y blancas ondeando al viento gélido de una tarde oscura de febrero y sin el You will never walk alone coreado por cincuenta mil gargantas no es desde luego lo mismo (que se lo digan al Barça). Y un Liverpool sin Virgil van Dijk (y en menor medida Diogo Jota y Joe Gómez) tampoco es lo mismo. Pero aun así, y aunque sea la temporada de la pandemia, Pep Guardiola está encantado de haber conquistado por fin el estadio del Liverpool, que hasta ahora se le resistía.
Los citizens dieron un puñetazo sobre la mesa imponiéndose por cuatro a uno al campeón vigente (que está más bien para el arrastre). Es un poco pronto para cantar victoria, pero los cinco puntos de ventaja sobre su rival mancunian (United), los siete sobre el Leicester y los diez sobre el Liverpool, con un partido menos que todos ellos, les colocan en posición más que privilegiada para recuperar el título liguero. Tras años de experimentos, de buen fútbol y una cierta irregularidad, Guardiola parece haber encontrado por fin el equilibrio correcto entre ataque y defensa, juego vistoso y solidez en la retaguardia.
Un empate, en vista del estado de la tabla, habría sido un buen resultado para un City que últimamente no concede goles, y la primera parte, con oportunidades contadas (la mejor, un penalti fallado por los visitantes), sugería que ese podía ser precisamente el desenlace. Pero las cosas se precipitaron tras el descanso con dos goles de Gündogan, uno de Sterling y otro de Foden (sensacional todo el partido, tal vez su confirmación como una estrella), con la única contrapartida de una pena máxima convertida por Salah.
No puede decirse que el City estuviera brillante, pero sí que controló el encuentro con toda comodidad. En el 49 Gündogan, que antes había fallado desde los once metros, remachó a placer tras un tiro bajo de Foden que apenas pudo desviar Alisson; un fallo del portugués Rubén Dias, que derribó a Salah en el área, lo convirtió en el 1-1 el propio egipcio desde el punto de penalti; y el partido podría haber acabado fácilmente en tablas de no ser por tres minutos de pesadilla que el portero local querría borrar si pudiera de su vida, en los que regaló dos tantos pasando mal la pelota, además con premeditación y alevosía. El primer regalo lo aceptó Gündogan, tal vez en la mejor forma de toda su carrera, cubriendo las ausencias de Agüero y Gabriel Jesús, y el segundo Sterling, siempre desbordante y peligroso, que llevó por la calle de la amargura a Trent Alexander-arnold, para sentenciar el espectáculo. Aún quedaría el mejor gol, obra de Foden, que jugó de falso diez, con un disparo escorado, fuerte y a media altura, que superó a un Alisson desconocido. Era la guinda al primer triunfo a domicilio del City sobre el Liverpool desde el 2003.
Ya se sabe que en fútbol las cosas cambian muy deprisa y uno solo vale lo que sus últimos resultados, y lo cierto es que ni siquiera Jürgen Klopp se libra de las más severas críticas. El Liverpool ha perdido tres partidos seguidos en casa, y no es ni una sombra del que apabulló al Barça, se subió a la cima de la Champions y ganó la Premier el año pasado. Las lesiones se han cebado sobre los reds, pero aparte de eso la moral parece estar por los suelos: no presionan, no lanzan aquellos pases largos en diagonal que volvían locas a las defensas y carecen de creatividad e imaginación. Aparte de que sus goleadores, Salah y Firmino, están en muy baja forma. ¿Se habrá acabado prematuramente su ciclo?
El City, todo lo contrario. Catorce victorias consecutivas y veintiún partidos sin perder, en dieciséis de los cuales ha mantenido virgen su portería. Algo que hasta hace poco habría parecido un milagro.
PESADILLA
El portero Alisson regaló dos goles decisivos en tres minutos y jugó el peor partido de toda su carrera
EQUILIBRIO
El City ha abandonado el doble pivote y parece haber hallado por fin el balance entre ataque y defensa