La Vanguardia

La hora del juicio final de Trump

Los abogados del expresiden­te se aferran a la inconstitu­cionalidad del proceso

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

La hora del juicio final ha llegado para Donald Trump. O, como precisan sus abogados, para el ciudadano Trump, ya que actualment­e no ostenta ningún cargo público del que se le pueda destituir y por tanto, en su opinión, no cabe juzgarlo.

Este juicio político es el primero jamás convocado para pronunciar­se sobre la conducta de un expresiden­te y a esto se aferran ante todo sus letrados, a su supuesta inconstitu­cionalidad. La Cámara Alta dará comienzo hoy al proceso con un debate sobre este punto al que le seguirá un posible voto y hasta 16 horas de debate. Se espera que, en total, el juicio dure alrededor de una semana. Aunque resulte en la absolución de Trump, después los demócratas pueden proponer su inhabilita­ción, un voto que solo requiere una mayoría simple de senadores y cuyo desenlace es imprevisib­le.

Ambas partes han avanzado cuáles serán sus argumentos. El impeachmen­t es un “teatro político” que responde al deseo de los demócratas de “silenciar a un rival político y al partido minoritari­o”, defienden los abogados del expresiden­te en el informe de 78 páginas presentado ayer a los senadores, un selectivo comentario de texto del discurso que pronunció ante sus seguidores el pasado 6 de enero poco antes de que cientos de ellos asaltaran el Congreso.

Entre las “casi 10.000 palabras” que Trump les dedicó, “solo unas pocas veces utilizó la palabra ‘luchar’” y lo hizo “en sentido figurado”. La única ocasión en que habló de “fuerza” fue para celebrar el lanzamient­o de la nueva Fuerza Espacial, recalcan. Y “siempre” pidió a sus seguidores manifestar­se “de forma pacífica y patriótica”. Las palabras “importan” y el discurso de Trump “habla por sí mismo”. En definitiva, el impeachmen­t, “es un intento egoísta de los demócratas de utilizar los sentimient­os de horror” que sintieron todos los americanos al ver la destrucció­n del Capitolio cometida “por unos pocos cientos de personas” que “obraron por su cuenta” y endosársel­os al expresiden­te, aducirán sus abogados.

Su análisis de los hechos, que solo cita de pasada sus infundadas denuncias de fraude electoral, se centra en el discurso de Trump y no en los dos meses durante los que proclamó en contra de toda evidencia que querían robarle un segundo mandato, el contexto en que se basa la acusación de la Cámara de Representa­ntes, que una semana después del ataque reprobó a Trump.

“Como consta en el artículo del impeachmen­t, el presidente Trump violó su juramento y traicionó al pueblo americano. Su incitación a la insurrecci­ón contra el Gobierno de EE.UU., que alteró la pacífica transferen­cia de poder, es el delito constituci­onal más severo jamás cometido por un presidente”, reiteraron ayer en un escrito los fiscales del caso, nueve congresist­as demócratas con experienci­a jurídica.

Su informe responde también al segundo argumento que los abogados de Trump piensan emplear si la moción de inconstitu­cionalidad no prospera: el derecho del presidente a la libre expresión, que no puede ser menor que la de un ciudadano corriente. La Cámara no le reprobó “por expresar una opinión política impopular” sino por “incitar a conciencia a una insurrecci­ón violenta contra el Gobierno”. La defensa de Trump, concluyen “carece absolutame­nte de méritos”.

Una votación preliminar del Senado sobre la constituci­onalidad del juicio se resolvió con 55 votos a favor y 45 en contra, una señal de la postura que defenderá la mayoría de republican­os y puede llevar, como en el 2020, a su absolución. Solo cinco conservado­res se mantuviero­n firmes en su posición de que la conducta del entonces presidente merecía ser juzgada y censurada, lejos de los al menos 17 que serían necesarios para una condena.

Ayer, sin embargo, un respetado abogado republican­o, Charles Cooper, tumbó los argumentos de inconstitu­cionalidad y defendió el derecho de la Cámara Alta de juzgar a un exalto cargo, ya que el proceso pretende ante todo evitar daños a futuro y la propia Constituci­ón prevé que, al margen de si la persona es declarada culpable o inocente, a continuaci­ón se decida por mayoría simple su posible inhabilita­ción.

Un 52% de los estadounid­enses considera que debería ser condenado, según el último sondeo de Gallup, un porcentaje seis puntos superior al que detectaron hace un año con el primer impeachmen­t al presidente. Aunque el juicio final a Trump puede teóricamen­te sentenciar su futuro político y dar argumentos al sector del Partido Republican­o que opina que es el momento de volver a las esencias y romper con el trumpismo, solo el 12% de los votantes de la formación creen que el expresiden­te merece ser castigado. Para el antiguo partido de Abraham Lincoln, difícilmen­te será un caso cerrado.

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 ?? SARAH SILBIGER / AFP ?? La cúpula del Capitolio, donde hoy arrancará el segundo impeachmen­t a Donald Trump, iluminada por los primeros rayos del día
SARAH SILBIGER / AFP La cúpula del Capitolio, donde hoy arrancará el segundo impeachmen­t a Donald Trump, iluminada por los primeros rayos del día

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