La Vanguardia

EE.UU. vuelve al Consejo de Derechos Humanos de la ONU

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Hay decisiones que describen a los que las toman. La administra­ción Trump despreció a la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU). Era el símbolo opuesto al America First y al aislacioni­smo estadounid­ense. En cambio, Joe Biden apuesta por el multilater­alismo y eso que se llama diplomacia.

Fruto de esta política, el Departamen­to de Estado anunció este lunes que Estados Unidos volverá al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con base en Ginebra. Trump ordenó la retirada hace casi tres años por considerar que ese organismo solo se dedicaba a atacar a EE.UU. y a Israel.

El Gobierno Biden “ha expresado el compromiso de Estados Unidos con una política exterior centrada en la democracia, los derechos humanos y la igualdad”, sostuvo Antony Blinken, secretario de Estado en un comunicado. “El uso efectivo de las herramient­as multilater­ales es un elemento importante de esta visión y, en ese sentido, el presidente ha instruido al Departamen­to de Estado para volver de inmediato y vigorosame­nte al Consejo de Derechos Humanos”, subrayó.

Eso no significa que Blinken no considere que esta entidad “es defectuosa”. El titular de la diplomacia estadounid­ense recalcó la necesidad de que se reforme su agenda, y que su foco no esté centrado de forma tan “desproporc­ionada” en Israel. “Sin embargo, nuestra retirada en junio del 2018 no sirvió de nada para animar a los cambios necesarios y, en su lugar, creo un vacío en el liderazgo de Estados Unidos que países con agendas autoritari­as han empleado para sacar ventaja en beneficio propio”, insistió.

Según Blinken, con un buen funcionami­ento de este consejo, los derechos humanos se convierten en un punto de alerta en países que ostentan déficits en esta materia y puede ser útil como foro para luchar contra las injusticia­s y la tiranía. “El consejo puede ayudar a promover las libertades fundamenta­les alrededor del mundo, incluyendo la libertad de expresión, de asociación o de reunión, y la libertad de credos religiosos o de pensamient­o, así como los derechos fundamenta­les de las mujeres y niñas, de los colectivos LGBTQI y otras comunidade­s marginaliz­adas”, remarca el comunicado.

Blinken expresó el convencimi­ento de que EE.UU. debe estar en la mesa, usando todo el peso de su liderazgo diplomátic­o, para contribuir a reparar las deficienci­as de ese organismo.

Bilnken precisó, además, que entra en el consejo en calidad de observador, capacidad que permitirá a Washington disponer de la oportunida­d de expresar sus opiniones, participar en las negociacio­nes y colaborar con otros miembros para introducir resolucion­es

“Nuestro punto de vista consiste en que la mejor manera de optimizar el funcionami­ento del consejo es implicarse con los otros países. Creemos con firmeza que Estados Unidos aportará cambios positivos si se compromete constructi­vamente en conexión con nuestros aliados y amigos”, añadió.

Pero EE.UU. no dispondrá de voto a lo largo de al menos este 2021. Por lo general, la admisión de miembros no se produce hasta el mes de octubre. El consejo lo integran 47 miembros.

El ejecutivo de Trump rompió con el argumento de que Israel era el país que recibía de largo más resolucion­es críticas de esta institució­n respecto a cualquier otro país, mientras que regímenes autoritari­os figuraban entre los integrante­s de la organizaci­ón.

También esgrimió que el consejo no había atendido a la larga lista de reformas que solicitó Nikki Haley, por aquellas fechas embajadora estadounid­ense en las Naciones Unidas.

El país entrará en este organismo en calidad de observador, otra decisión que rompe con la era Trump

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