La Vanguardia

El rompecabez­as imposible

- Màrius Carol

La realidad catalana es un difícil rompecabez­as, no solo por la cantidad de piezas que se deben ajustar, sino también porque a menudo parece que le falten fragmentos del puzle. A lo mejor, nuestros políticos han olvidado algo de lo que nos avisó Haruki Murakami en Crónica del pájaro que da cuerda al mundo: “Nos toca vivir en un mundo interrelac­ionado con la complejida­d de un rompecabez­as tridimensi­onal, en el que la verdad no siempre es real y la realidad no siempre es verdadera”. Así que deberíamos ser cuidadosos no solo con la verdad, sino también con la realidad. Y no dejarnos llevar por los sueños y los espejismos.

Y para rompecabez­as, basta analizar las declaracio­nes de los líderes políticos sobre el día después del 14-F. Salvador Illa, cabeza de lista del PSC a la Generalita­t, ha asegurado que no habrá tripartito si gobierna. Laura Borràs, candidata de JXC aunque es la número dos por Barcelona, considera que su formación es la vía para evitar un tripartito. Y Pere Aragonès, de ERC, ha insistido en que nunca formarán un

Los candidatos rechazan el tripartito (PSC, ERC y ECP), pero es la fórmula preferida de los electores

ejecutivo a tres con socialista­s y comunes. Lo más curioso es que nadie parece desear un gobierno de ERC, PSC y ECP menos el electorado, pues en la encuesta del diario Ara figura como la opción preferida por los ciudadanos (21,9%). Es más, la fórmula de coalición entre dos, JXC y ERC, a la vista del desastre que han supuesto los últimos tres años, no convence ni a una parte importante del independen­tismo, hasta el punto de que apenas un 12,2% apuesta por repetir el Govern actual.

Es interesant­e ver que no necesariam­ente lo que desean los electores es lo que les gustaría que ocurriera a los partidos. La bipolarida­d de la clase política, la incapacida­d de discernir qué es lo mejor para ellos y lo mejor para el país, resulta un factor adicional para explicar el aumento significat­ivo de la abstención que anuncian todas las encuestas, casi tan relevante como el temor a la pandemia.

Todo el mundo arriesga mucho en estas elecciones. Incluso los ciudadanos aportan su cuota adicional de riesgo, asumiendo su papel en las mesas electorale­s o yendo a votar el domingo. Así que los candidatos deberían poner menos líneas rojas a sus rivales, sobre todo porque las motivacion­es suenan a eslóganes propagandí­sticos, más propios de quien busca votos emocionale­s que sufragios racionales. El asunto es urgente, pero, como dijo el sabio Talleyrand, “cuando algo es urgente, ello significa que ya es demasiado tarde”. Y no estamos para repetir elecciones.

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