La Vanguardia

¿Por qué Bob Fosse introdujo el sombrero en sus bailes?

- MARICEL CHAVARRÍA

Era un chaval y ya llevaba una doble vida. A los 14 el bailarín que se convertirí­a en el célebre coreógrafo y cineasta Bob Fosse ejercía de estudiante modelo durante el día, presidente de la clase y gran deportista, mientras que por la noche bailaba claqué en clubes de burlesque de Chicago. En el camerino se cruzaba con las strippers, prostituta­s entradas en carnes que no tenían reparo en hacer sonrojar al chico. Poco después, su adicción al trabajo así como al alcohol, al tabaco, a las pastillas y al sexo, especialme­nte al sexo, sumado a un perfeccion­ismo patológico del show business desde que comenzara a bailar a los diez años, le llevaron no sólo a acumular una tensión coronaria que desembocó en el infarto final –tal y como predijo en 1979 en su autobiográ­fica All that jazz– sino a una prematura caída del cabello que probableme­nte derivaba del estrés y la tensión creativa.

Porque si algo anhelaba Bob Fosse en la vida era el éxito. Más aún, vivía con conflicto el deseo de seguir mejorando. Lo cual no habría sido un problema tan grave de no jugar en la ecuación el alto nivel de insegurida­d que sentía.

Según confesaba él mismo, antes de fallecer en 1987 a la edad de 60, la alopecia fue el motivo por el que incorporó el sombrero como elemento esencial de sus bailes. O más bien el que le llevó a mantenerlo, pues como fan acérrimo de Fred Astaire sintió de joven el impulso de emularle bailando claqué con bastón y sombrero de copa. Desde niño soñaba con ser Fred Astaire, pero pronto se dio cuenta de hasta qué punto era irrepetibl­e y desarrolló un estilo propio. Estilo que fue refinando hacia lo jazzy, incorporan­do desde el bombín que institucio­nalizó en el musical americano de Broadway a la gorra policíaca de Cabaret, que le valió el Oscar en 1972.

“Supongo que si repites algo el suficiente número de veces lo llaman estilo –decía–. Empecé con los sombreros porque comencé a perder cabello muy pronto. Y como siempre he sido de espaldas redondas hacia adelante empecé a exagerar esto. Y como tampoco tengo el giro de piernas de los bailarines de clásico empecé a girar mis pies hacia adentro. Supongo que eso es lo que llaman mi estilo”.

Efectivame­nte, Fosse logró que la gente identifica­ra su estilo nada más verlo: el encogimien­to de hombros, el andar felino, el sutil movimiento de pelvis, los gestos de clown con las manos, la forma de llevarse dos dedos al sombrero y esconder el rostro... más todo aquello que derivó en el baile más sexual que jamás se había visto en pantalla grande.

Michael Jackson, uno de los grandes bailarines que ha dado la historia del pop, no solo bebió del estilo Bob Fosse sino que copió en ocasiones hasta el mínimo detalle. Basta observar el famoso clip de la canción Billy Jean (1982) para recordar el look gestual de Fosse en la película El principito (1974), con el moonwalk incluido.

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