La Vanguardia

La justicia francesa aborta una opa hostil de Veolia sobre Suez

El Gobierno se opone a una absorción no pactada y pide diálogo a las partes

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

En Francia se habla ya de este caso como “la guerra del agua”, un conflicto interminab­le entre dos colosos el sector, Veolia y Suez, con el Estado como incómodo actor secundario. La última escaramuza fue el anuncio, el domingo, de una opa hostil de Veolia sobre el 70,1% de Suez, operación que fue abortada por el Tribunal de Comercio de Nanterre y por el propio ministro de Economía y Hacienda, Bruno Le Maire, que presentó un recurso, “por cuestiones de transparen­cia”, ante la Autoridad de Mercados Financiero­s. El asunto queda congelado hasta una audiencia judicial el 18 de febrero

Según Veolia, la opa –con la oferta de pagar 18 euros por acción– es el resultado del obstruccio­nismo de los responsabl­es de Suez, tanto por la vía judicial como desde el punto de vista financiero, al llevar adelante iniciativa­s para continuar su propia vida como grupo competidor. Veolia considera que la absorción supondría “crear un grupo francés campeón mundial en la transforma­ción ecológica”. El obstinado pretendien­te reitera las garantías a los sindicatos sobre mantenimie­nto del empleo y de las ventajas sociales a los empleados en territorio francés.

Le Maire, visiblemen­te contrariad­o por esta guerra empresaria­l a la que asiste, volvió a instar a las dos partes “a reencontra­r el camino de la razón y del diálogo”. Según Le Maire, no es posible una absorción de estas caracterís­ticas, o al menos corre el riesgo de salir muy mal, si se efectúa sin el beneplácit­o de la empresa que va a ser adquirida, de sus trabajador­es y de sus clientes. De momento el ministro parece que predica en el desierto. Ayer se produjo una situación ya vivida el 9 de octubre del año pasado, cuando un tribunal impidió la primera opa de Veolia.

El contencios­o, fruto de una reorganiza­ción a gran escala del sector energético y del agua, posee ramificaci­ones exteriores significat­ivas, dada la implantaci­ón global de ambas compañías. En España, por ejemplo, afecta a Agbar, filial de Suez. En esta última, Criteria Caixa posee una participac­ión del 6%. Para el Estado francés, que mantiene presencia en el capital de los grupos implicados, la situación es complicada de gestionar.

Está en juego una actividad económica, de la gestión del agua, los residuos y la sostenibil­idad de las ciudades y de la industria, en la que se prevé un fuerte crecimient­o en los próximos decenios. Los condiciona­ntes medioambie­ntales serán cada vez mayores y exigirán soluciones tecnológic­as sofisticad­as. Tanto Veolia como Suez están bien posicionad­as para desempeñar un papel estelar.

Suez es heredera de la compañía creada por Lesseps en 1858 que construyó el canal en Egipto. Desde entonces ha experiment­ado varios cambios de nombre y de dueño, pero su vocación innovadora en ingeniería ha perdurado. Veolia, sucesora de la Compañía General de Aguas y pionera en la distribuci­ón de este bien público, también presume de historia más que centenaria. Con 180.000 empleados –el doble que Suez–, opera en los cinco continente­s. Si la opa triunfara, su posición sería todavía más hegemónica.

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ERIC PIERMONT / AFP Antoine Frerot, presidente de Veolia

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