Serge Hercberg
Creador de Nutri-score
El semáforo nutricional creado siguiendo los estudios de este epidemiólogo francés ha mostrado algunos problemas de fiabilidad, ya que califica –por ejemplo– al aceite de oliva como un producto menos sano que los refrescos azucarados.
El nuevo etiquetado de alimentos que tiene previsto adoptar el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social para luchar contra la obesidad y aclarar a los consumidores la calidad nutricional de los productos alimenticios va camino de generar más problemas de los que pretendía resolver. Sectores clave de la marca España como el del aceite de oliva o el del cerdo ibérico han mostrado su “rechazo frontal” a Nutri-score, un sistema de etiquetado de los alimentos que utiliza colores (verde, ámbar y rojo) asociados a letras (de la A a la E) para evaluar los nutrientes de los alimentos que están a la venta en tiendas y supermercados.
El propósito de este sistema es facilitar la comprensión de la información nutricional de los productos de alimentación, que a menudo resulta ininteligible para los consumidores. Pero el algoritmo en el que se basa Nutri-score para calibrar la calidad de los alimentos ofrece resultados que chirrían a ojos del común de los clientes y resultan inaceptables para productores esenciales de la industria agroalimentaria española.
En el 2018, cuando se conocieron las primeras calificaciones para productos como el aceite de oliva (primero una D, posteriormente fue rectificada a C a instancias del Ministerio de Sanidad español), o los refrescos sin azúcar (una generosa B), ya se desató una agria polémica en varios países europeos. A las puertas de la implantación del modelo en España, el debate se ha recrudecido, hasta el punto que el ministerio de Consumo ha acordado con las distribuidoras que el aceite de oliva se excluya de este sistema: “No puede haber ninguna etiqueta que diga que el aceite de oliva es malo”, dijo el ministro Alberto Garzón el lunes en Canal Sur.
La herramienta penaliza a los productos con un único ingrediente, como el aceite, la leche, la miel o los huevos. Además, no discrimina los productos de una misma categoría según su valor nutritivo, de tal forma que el aceite de colza o el de nuez reciben la misma nota (C) que el de oliva, a pesar que este último contiene una proporción mucho mayor de ácido oleico, un componente beneficioso para la salud cardiovascular.
La exclusión del aceite de la lista de productos que utilicen el etiquetado Nutri-score resuelve el problema de este sector, pero alienta la sensación de que el modelo está a merced de la presión política que puedan ejercer grupos industriales y distribuidores de cada país europeo. Sectores como la interprofesional española del cerdo ibérico (Asici) no han tardado en reaccionar, pidiendo que se revise también la clasificación del jamón ibérico por su alto contenido en proteínas, vitaminas y minerales.
Nutri-score da una nota para cada producto. Una A o una B presupone que adquirimos un alimento saludable, mientras que una D o una E nos debería poner el alerta. La claridad de este sistema es una ventaja para el consumidor, que supuestamente accede a una información inequívoca, pero un gran inconveniente para los productores de alimentos que salen malparados.
Para determinar esta calificación se analiza la composición de cada alimento, de tal manera que los elementos nutricionales cuyo consumo se recomienda limitar (grasas saturadas, azúcar, sal, calorías) restan puntos, mientras que los componentes beneficiosos (proteínas, vitaminas, fibras o el porcentaje de frutas y verduras que contiene cada alimento) suman puntos positivos.
España anunció hace dos años su disposición a adoptar este semáforo nutricional durante el primer trimestre de este año. Otros países, como Francia, Bélgica, Alemania u Holanda, ya lo tienen implementado. De momento es un modelo voluntario, pero el Gobierno ha advertido de que “es muy probable que pase a ser obligatorio en el futuro”.
El algoritmo que define la calidad nutricional de cada alimento perjudica a productos con un único ingrediente