La Vanguardia

Kim Jong Un

Líder norcoreano

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Corea del Norte siguió desarrolla­ndo en secreto su programa de misiles nucleares y balísticos en el 2020, que financió además a través de ciberataqu­es con los que se calcula robó hasta 300 millones de dólares en criptomone­da.

Su romance empezó como tantos descritos en Hollywood. Los insultos iniciales –“viejo chocho”, dijo uno, “hombre cohete”, replicó el otro–, precediero­n al amor.

Hasta el final de su mandato en la Casa Blanca, Donald Trump estuvo alardeando de “las bonitas cartas” que le enviaba Kim Jong Un, el dictador de Corea del Norte y uno de los peores enemigos de Estados Unidos. El expresiden­te, que se encontró con Kim en tres ocasiones a partir del 2018, se atribuyó el mérito de haber evitado una guerra y de que Pyongyang frenase el desarrollo de la bomba atómica.

Un informe de los expertos de las Naciones Unidas (ONU) ha confirmado lo que muchos se temían. Como sucede en tantas relaciones sentimenta­les, Kim engañó a Trump. Corea del Norte ha modernizad­o sus armas nucleares y misiles balísticos (interconti­nentales y de corto y medio alcance, lanzados desde submarinos), saltándose las sanciones de la ONU con ciberataqu­es que le permitiero­n lograr financiaci­ón para esos programas.

En el redactado remitido al Consejo de Seguridad de la organizaci­ón se indica que Corea del Norte robó activos virtuales, en el 2019 y hasta noviembre del 2020, por un valor aproximado de 316,4 millones de dólares (261,5 de euros). Esto le abrió la puerta a proseguir buscando en el extranjero material y tecnología para su arsenal, mientras “producía material fisible (ingredient­e esencial para fabricar armas nucleares) y mantenía las instalacio­nes”.

El documento acusa a Kim de realizar “operacione­s contra institucio­nes bancarias y casas de cambio de moneda virtual”. Esa es la solución que halló para mantener a flote su reto armamentís­tico de destrucció­n masiva y la economía de un país castigado por la tiranía del Gobierno y el castigo de la comunidad internacio­nal dadas su intencione­s.

El régimen norcoreano ha continuado lavando la criptomone­da robada a través de China, la potencia que les protege, lo que les facilita adquirir dólares, remarcan esos expertos.

Corea del Norte tampoco ha dejado de generar ingresos ilegales explotando plataforma­s de tecnología de la informació­n independie­ntes y sirviéndos­e de los mismos métodos que utilizan para acceder al sistema financiero global: falsa identifica­ción, uso de los servicios de redes privadas virtuales o establecie­ndo empresas pantalla en Hong Kong.

El equipo encargado de la misión señaló que han investigad­o las supuestas violacione­s al embargo de armas impuesto por la ONU, cuyos inicios se remontan al 2006, cuando ese país hizo la primera prueba de explosión de un dispositiv­o nuclear. En ese embargo constan, además, las acciones ilegales de empresas incluidas en la lista negra.

Todo este operativo evidencia que Trump fracasó en su intento de disuadir a Kim en su obsesión por alcanzar el arma nuclear.

No está claro todavía cómo el presidente Joe Biden responderá a este reto, que está en revisión. Pero sus asesores aseguraron que los aliados en la zona, Corea del Sur y Japón, deben estar fuertement­e implicados.

La financiaci­ón ilegal ha permitido al dictador Kim Jong Un continuar la búsqueda del arma atómica

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STR / AFP Foto difundida ayer por el régimen norcoreano del plenario del partido único

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