El Senado declara constitucional juzgar al expresidente Trump
Los demócratas ruegan a los republicanos que hagan rendir cuentas al exdirigente
El capellán Barry Black planteó ayer en términos trascendentales los dilemas a los que se enfrenta el Senado de Estados Unidos, reunido de forma extraordinaria como tribunal para juzgar el impeachment de Donald Trump, reprobado por incitación a la insurrección por el asalto al Capitolio. “A toda persona y toda nación les llega el momento de decidir en la lucha entre la verdad y la falsedad, decidir si se pone del lado del bien o del mal”, planteó en su bendición de la primera jornada del juicio político a su 45.º presidente. “¿Es realmente así de simple, la verdad contra la falsedad, el bien contra el mal?”, planteó.
Tras cuatro horas de debate, los senadores se pronunciaron sobre la constitucionalidad del proceso: 56 a favor y 44 en contra. Seis republicanos consideraron conforme a la Constitución pedir cuentas al expresidente, cuyos abogados sudaron tinta para defender que no cabía enjuiciarle pues no ocupa ningún cargo del que se le puede destituir.
En su papel de fiscal, el congresista demócrata Jamie Raskin alertó a los senadores del riesgo de aceptar que no pueden juzgar lo que un presidente –o cualquier alto cargo– hace al final de su mandato. Aceptar esa “excepción de enero” sería “una invitación al presidente de EE.UU. a hacer lo que quiera antes de dejar su cargo, incluso usar medios violentos para bloquear la puerta, aferrarse a la Casa Blanca con todas sus fuerzas para impedir su relevo”, argumentó.
“No es eso lo que querían los padres fundadores”, de ahí que la Constitución prevea un juicio por impeachment y un voto de descalificación, argumentó Raskin recordando que esta es la interpretación mayoritaria de los académicos, incluidos destacados conservadores.
En el siglo XIX, el senador William Blount, cazado in fraganti tratando de vender Florida y Luisiana a Londres, y el secretario de Estado William Belknap, implicado en un escándalo de cobro de comisiones, dimitieron de sus cargos para evitar el castigo del Congreso, que igualmente los reprobó y los juzgó para evitar que sus actos quedaran impunes, recordó otro de los congresistas designados para el papel de fiscal, Joe Neguse. “Lo ocurrido es la pesadilla de los padres fundadores hecha realidad”, dijo.
La acusación proyectó un vídeo del asalto, del que todos los senadores fueron testigos, y los mensajes lanzados por el presidente. “Nos podrían haber matado a todos”, recalcó el congresista David Ciciline, otro de los fiscales designados por la
“Lo ocurrido es la pesadilla de los padres fundadores hecha realidad”, afirma el fiscal Joe Neguse
Cámara de Representantes, que el 13 de enero reprobó a Trump.
Una vez zanjada la cuestión de la constitucionalidad, las partes pasarán hoy a presentar sus argumentos. El juicio se prolongará hasta el lunes. Todas las miradas están puestas en unos pocos senadores. El primero, Mitch Mcconnell, líder de la minoría republicana en esta Cámara. Aunque acusó a Trump de “provocar” y “alimentar con mentiras” a sus seguidores, ve inconstitucional el juicio.
El senador Mitt Romney, por su parte, se distinguió en el anterior impeachment como el único republicano que votó a favor y ayer votó a favor de la constitucionalidad del proceso, al igual que las senadoras Susan Collins y Lisa Murkowski, que también han responsabilizado a Trump de lo ocurrido. “Si esta no es una ofensa digna de un impeachment ¿qué lo es?”, plantea Romney. También Ben Sasse, Pat Toomey y Bill Cassidy defendieron el juicio.
Con los 100 escaños del Senado divididos a partes iguales entre los dos partidos, la cifra de 17 senadores republicanos que los demócratas precisan, como mínimo, para condenar a Trump se antoja inalcanzable. Pero la posición de estos senadores será determinante para la votación que después se convocará para decidir sobre la inhabilitación del expresidente, que solo requiere una minoría simple de votos.