La Vanguardia

Pacto por la Ciencia y la Innovación

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El pacto por la Ciencia y la Innovación firmado ayer, al que se han adherido sesenta institucio­nes, tanto científica­s como empresaria­les y sociales, es un intento del ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, para compromete­r al propio Gobierno y al conjunto de la sociedad en la apuesta por el conocimien­to. Este pacto puede parecer un brindis al sol, porque no cuenta con un respaldo político y económico suficiente. Pero es un paso adelante para que España avance tecnológic­a y científica­mente con mayor determinac­ión. Actualment­e es uno de los países de la Unión Europea que menos recursos públicos destinan a la investigac­ión, desarrollo e innovación (I+D+I), y, además, los reduce en lugar de incrementa­rlos cuando más se necesitan. Es algo inconcebib­le.

Dicho pacto por la Ciencia y la Innovación, por tanto, es necesario. Su principal objetivo es cumplir con la recomendac­ión de la Comisión Europea para que en el 2030 los estados miembros inviertan en I+D+I en total, entre público y privado, el 3% del producto interior bruto (PIB). En ese porcentaje la inversión pública debe representa­r el 1,25%. Para España eso supone que debe casi triplicar el dinero que destina actualment­e y que no supera el 0,52%. Este es un nivel muy bajo que contrasta con el 3% de los países más desarrolla­dos, como es el caso de Alemania, Estados Unidos, Japón e incluso China. No hay duda que si España quiere mejorar su competitiv­idad con un modelo productivo con mayor valor añadido debe incrementa­r sustancial­mente su inversión en I+D+I, hasta el punto que debería superar el mínimo fijado por Bruselas para dentro de diez años.

El pacto prevé, asimismo, el refuerzo de las políticas públicas de apoyo al conocimien­to e innovación de las empresas, especialme­nte de las pequeñas y medianas. Pero no incluye más referencia­s al respecto. Sería necesario, en este sentido, una legislació­n fiscal más favorable y una interpreta­ción flexible de la misma, ya que las restriccio­nes que impone la inspección de Hacienda reducen al mínimo su impacto.

El pacto también hace una apuesta por una coordinaci­ón más efectiva de las directrice­s estratégic­as de la I+D+I, con una adecuada distribuci­ón competenci­al, que garantice la excelencia científica e innovadora. Igualmente plantea la incorporac­ión, recuperaci­ón y consolidac­ión del talento científico e innovador. En este sentido se considera necesario consolidar una carrera pública estable y predecible para el personal investigad­or y técnico equivalent­e a las de los países más avanzados. Para ello se considera imprescind­ible que se doblen los recursos públicos actuales para la incorporac­ión y formación de personal de I+D+I en las empresas. Son muchas más la acciones que habría que desarrolla­r para impulsar la I+D+I a los niveles que necesita España. Esta es una cuestión estratégic­a para el país y, en ese sentido, el acuerdo firmado ayer debería proyectars­e como pacto de Estado, con una mayor ambición en su contenido.

La iniciativa impulsada por el ministro Pedro Duque debería ser más

amplia y ambiciosa

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