Por qué voy a votar por Draghi
Hay administraciones europeas que recaudan poco y mal; pero ninguna más indolente que la nuestra para gastar. Lo demuestra la humillante estadística, publicada por el Financial Times, que corrió ayer por los pasillos de Bruselas, donde se decidía el reparto de los 750.000 millones para la recuperación de la pandemia.
Entre el 2014 y el 2020 tuvimos gobiernos de todos los colores en centro y periferia, pero nuestra clase dirigente solo fue capaz de obtener, gestionar e invertir un ¡37%! de los fondos que nos adjudicaba el presupuesto de la Unión Europea para el sexenio.
Fuimos peores aprovechando el dinero europeo que Rumanía, Polonia, Portugal e Italia. Por eso, entre los países frugales del Null Defizit, la bromita es que podrían darnos mucho más de los 140.000 millones previstos para España, “porque les dará pereza gastarlo”. Y es que gastarlo exige cumplimentar las condiciones que pone Bruselas antes de desembolsarlo.
Por eso, el domingo votaré a Draghi. Porque
Italia no es ningún ejemplo, pero Draghi, sí. Y ha llegado a serlo sin partido. Por eso deberíamos preguntarnos por qué a nuestros partidos les cuesta más reclutar y poner talento a gestionar que a nuestras empresas.
¿Cuántos de nuestros candidatos en campaña superarían los procesos de selección de directivos (no valen las puertas giratorias)? ¿Cuántos aguantarían el ritmo y exigencia de resultados de mercados y clientes? ¿Por qué hay tan pocos en listas que hayan demostrado capacidad de gestión, cesión y pacto para obtener resultados?
Por eso votaría a Draghi, pero, como aquí no se presenta, pensaré en quién podría conseguir que la mayor inversión pública de nuestra historia a punto de ser aprobada esta vez no se quede sin gastar.