Cuando la ópera dura más que la mascarilla
El Real asombra a la prensa internacional al llevar adelante el ‘Siegfried’ de Wagner
Cuando este sábado el Teatro Real estrene Siegfried, tercer episodio de la tetralogía El anillo del nibelungo, habrá sido el único teatro del mundo que en la actual coyuntura de pandemia se atreva a subir a escena un Wagner, con el centenar de músicos que requiere. Una ópera que además dura cinco horas (descansos incluidos), una más que la efectividad de las mascarillas quirúrgicas... El Real ya prevé poner recambios a disposición del público en los entreactos.
Por suerte es un Wagner que no precisa del gran coro de un Tannhäuser, por citar el título que el Liceu se ha visto obligado a cancelar esta temporada. Ni es tampoco el Tristan und Isolde que el Palau de les Arts ha preferido posponer. Además hablamos del montaje en clave ecologista de Robert Carsen, el mismo que se vio en el Liceu del 2013 al 2016, que tiende a lo minimal. Y aun así la orquesta sobrepasa la capacidad del foso cuando se aplica el metro y medio de seguridad.
La solución musical para este episodio de la Tetralogía en que Siegfried descubre el miedo y el amor ha sido ocupar ocho palcos a ambos lados del escenario, situando las seis arpas y la percusión aguda a un lado mientras el metal grave (trombones, tubas) y cuatro trompetas van al otro, pues tienen un papel en bloque. Esto y sacrificar alguna cuerda: un atril en bajos, un atril en cellos...
“Hemos asegurado la densidad de sonido que exige la obra”, explicó ayer el maestro granadino Pablo Heras-casado, director musical de toda esta producción que finalizará la temporada que viene en Madrid, con el Ocaso de los Dioses. “Son retos y oportunidades: ahora podemos sumergirnos en el sonido de la orquesta de Wagner, pero rodeados de diferentes frecuencias que vienen de varios puntos cardinales. Y hay hallazgos como el momento del clímax en que el héroe atraviesa el fuego y llega a la montaña donde Brünnhilde le espera dormida... suena un acorde de Mi menor misterioso y místico desde el foso, que se transforma en un Do mayor que viene de la parte de los trombones y este, después de un crescendo, remonta como un destello que va a las arpas. Eso lo hace aún más mágico”. El tenor austríaco Andreas Conrad afronta el exigente protagonista, junto a Tomasz Konieczny (Wotan) o Ricarda Merbeth (Brünnhilde).
“Ustedes tienen en febrero no solo Siegfried, sino Norma y luego Peter Grimes, y han venido antes a cantar Didonato o Kaufmann. ¿A qué se
PREGUNTA DEL’ FINANCIAL TIMES’ ¿A qué se debe el nivel de actividad del Real y esta diferencia con el resto de Europa?
debe en términos globales este nivel de actividad del Real y esta diferencia con el resto de Europa?”
La pregunta procedía del corresponsal del Financial Times, quien no disimulaba su inquietud por la prolongada situación de excepcionalidad que vive la cultura en España.
“Estamos llevando a cabo la parte de la programación que se puede hacer –atajó Joan Matabosch, director artístico del teatro–. Y sí, se puede hacer Siegfried alternando con Norma. El secreto es anticiparse. Si nos hubiéramos presentado a la primera lectura musical sin saber cómo meter la orquesta no se podría hacer. Pero llevamos dos meses haciendo decenas de planos y pruebas para colocar cada instrumento”.
Serán ocho funciones hasta el 14 de marzo. Y para respetar el toque de queda se avanzan a las 16.30 h.