La Vanguardia

El Sevilla castiga a un Barça sin puntería (2-0)

Koundé, con un golazo, y Rakitic, un ex, obligan al Barça a remontar en la vuelta

- COPA DEL REY

El Sevilla reabrió dos heridas que no estaban cicatrizad­as. El colmo de los problemas defensivos del Barcelona es que un central rival se cuele como Pedro por su casa en el área de Ter Stegen y remate con toda la tranquilid­ad. Nadie puede decir que no viese a Koundé, un jugadorazo, otro tesoro de Monchi, cuyo peinado afro llama la atención, pero aún así el francés hizo una jugada prodigiosa. Nadie puede decir que no conociese a Rakitic, que jugó en el Barça los últimos seis años, y redondeó el triunfo sevillista con un contragolp­e al final. Si quiere estar en una final, el equipo de Koeman necesitará una remontada de esas que tan bien se le dan últimament­e en el Camp Nou el 3 de marzo.

Mientras el Barcelona anda muy justo en defensa, tanto numéricame­nte como de nombres, el Sevilla va sobrado en el eje de la zaga. También

le faltan los dos laterales titulares (Navas y Acuña) pero por el centro Diego Carlos y Koundé son de esos marcadores que hacen la diferencia. El brasileño es una roca, impenetrab­le, el francés es una joya: rápido, elegante, valiente y atrevido. Un central como la copa de un pino, un hype moderno, un sueño. ¿Les suena? Sí, todo eso era Umtiti hace unos años.

Ironías del destino tuvo que ser un central el que volviese a abrir las heridas de la retaguardi­a blaugrana, que se quedó sin Araújo el domingo por un esguince en el tobillo y que ayer no pudo contar con Lenglet, reservado extrañamen­te por Koeman. El técnico improvisó una defensa con tres zurdos, uno de ellos (Junior), como lateral derecho. Al técnico le gusta jugar con centrales a pie natural y Mingueza pasó a su puesto habitual. El canterano demostró que se puede contar con él pues domina los conceptos y está cómodo empezando el juego y no tanto en el cuerpo a cuerpo.

Sin embargo, el problema estuvo de nuevo en Umtiti, blando, como en Granada. Su compatriot­a le sacó los colores. Koundé hizo un golazo en una conducción potente y con calidad para marcharse de Griezmann, entrar en el área y colarse entre Umtiti y Busquets. No contento con la jugada de mediapunta habilidoso, el central definió cruzado como si fuera un hombre de área, imposible para Ter Stegen.

A los defensas del Barcelona les cuesta un horror mantener la portería a cero, los defensas del Sevilla valen hasta para abrir el marcador. No hay mejor conclusión. Porque antes tampoco Messi pudo batir a Bono en la primera gran ocasión en la que el argentino le ganó la espalda perfectame­nte a Koundé, por cierto. Griezmann picó un pase por arriba con delicadeza y el diez quiso rematar igual de suave, al primer toque, pero el portero sevillista estiró el pie para evitar el 0-1.

CARA Y CRUZ

El fichaje de Monchi abrió el marcador con una jugada de estrella ante un Umtiti demasiado blando

REACCIÓN ESTÉRIL

El Barcelona se volcó contra Bono en la segunda mitad en busca de un empate en la ida

QUERIDOS ENEMIGOS

Si en la Liga Luis Suárez es el líder del Atlético, en la Copa fue Rakitic el que pone la final muy difícil

El Barça había empezado muy bien con circulacio­nes largas, con posesiones precisas e incluso con presión alta, con Dembélé bien abierto y Pedri y De Jong llegando a posición de nueve. Pero era difícil deshacerse de los marcajes pegajosos de Jordán, Escudero o Fernando. La intensidad de los sevillista­s la dirigían los gritos de Lopetegui desde la banda. Se nota que el técnico fue portero porque tiene la virtud de ordenar y mandar y situar sus jugadores.

A partir del gol, el Sevilla estuvo más conciencia­do aún con su plan de no conceder espacios. Por debajo en el electrónic­o, el Barcelona acabó la primera parte sin acelerar. Por primera vez tenía un partido de vuelta y el conjunto blaugrana empezó a calibrar si ese resultado era bueno para el Camp Nou.

Segurament­e Koeman, en el descanso, habló con sus jugadores y les pidió un punto más de ambición. Y el Barcelona salió en busca del empate pero entonces se topó con un portero excepciona­l, Bono, que frustraba una y otra vez las intentonas. Ya fuese en un contragolp­e, en una falta de Messi o en un córner en el que Dembélé probó el gol olímpico. No hubo manera de batirle. Ni en un posible penalti por agarrón de Suso a Jordi Alba que Mateu Lahoz sacó fuera del área.

El empate no llegaba pero faltaba el último giro de guión. En la recta final no llegó el gol en el último suspiro especialid­ad del Barça sino el típico gol del ex, que siempre que puede hurga en la herida. Si el uruguayo Luis Suárez es el que impone la ley en la Liga, fue Rakitic quien puso cuesta arriba la final para el Barça tras aprovechar un resbalón de Umtiti. El croata no celebró el gol pero asestó el segundo golpe de la noche. Doble colmo: un defensa de los que gustan tanto en el Camp Nou y uno de los jugadores que el club medio regaló en verano. Dos heridas que se reabren.

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 ?? JULIO MUÑOZ / EFE ?? El defensa Jules Koundé, tras una jugada espectacul­ar, se cuela entre Busquets y Umtiti para batir a Ter Stegen en el 1-0
JULIO MUÑOZ / EFE El defensa Jules Koundé, tras una jugada espectacul­ar, se cuela entre Busquets y Umtiti para batir a Ter Stegen en el 1-0

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