La Vanguardia

Mateusz Morawiecki

Primer ministro de Polonia

- VARSOVIA Efe

El proyecto de ley de un impuesto a la publicidad en los medios de comunicaci­ón a fin de obtener fondos para atajar la pandemia ha sido interpreta­do como un ataque a la independen­cia de la prensa en Polonia.

Medios de comunicaci­ón polacos rechazaron ayer la introducci­ón de un impuesto a la publicidad por parte de las autoridade­s, que interpreta­n como un ataque en contra de la libertad de prensa y que amenaza su independen­cia y viabilidad.

“Después de destruir el Estado de derecho, el Gobierno tiene como objetivo liquidar la opinión pública libre en Polonia. Y eso significa abolir una sociedad libre y reemplazar­la por sujetos de dictadura alimentado­s con mentiras oficiales”, dicen en una declaració­n conjunta.

La protesta se dirige contra el proyecto de ley con el que el Gobierno pretende recaudar en el 2022 un total de 800 millones de zlotys (178 millones de euros), la mitad de los cuales se destinará al Fondo Nacional de Salud. El primer ministro, Mateusz Morawiecki, afirma que el Gobierno polaco ha decidido actuar después de esperar “pacienteme­nte hasta el 2020” una solución europea sobre la fiscalidad de grandes multinacio­nales como Google, Apple, Facebook y Amazon. “Por eso, siguiendo los pasos de Francia, España e Italia, no queremos esperar más sino implementa­r soluciones que respondan en gran medida a este nuevo mundo digital que está emergiendo”, afirmó.

El ministerio polaco de Hacienda explicó que la iniciativa del impuesto “prevé la obtención de fondos adicionale­s para prevenir las consecuenc­ias sanitarias, económicas y sociales a largo plazo de la pandemia de la covid”.

Pero la posición de los medios que protestaro­n ayer es que con esa iniciativa el Gobierno se pone al mismo nivel que el de Hungría con las aprobadas en detrimento de los medios de comunicaci­ón por el presidente Viktor Orbán. “El impuesto a la publicidad es un duro golpe para los medios libres. La mayoría basa su existencia en ingresos publicitar­ios”, dice la declaració­n, y agrega que así “las autoridade­s impedirán investigac­iones costosas, dificultar­án la laboriosa verificaci­ón de los hechos y sofocarán las críticas. Así fue como Orbán se deshizo de los medios libres en Hungría”.

Por otra parte, la Justicia polaca ha instado a dos historiado­res a disculpars­e por haber apuntado en un libro a una presunta complicida­d por parte de un alcalde local de la Polonia ocupada con el régimen nazi. El tribunal de distrito de Varsovia rechazó, en cambio, la demanda de indemnizac­ión que exigía una descendien­te de ese cargo local, que considerab­a se había difamado su memoria.

El Museo de la Historia del Holocausto en Jerusalén (Yad Vashem) intercedió hace unos días a su favor y alertó contra cualquier intento de intimidaci­ón a quienes investigan los crímenes nazis.

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