La Vanguardia

Aceite de ricino

- Antoni Puigverd

Las cifras del PP en Catalunya son irrisorias. 67 concejales de un total de 9.077. Cuatro diputados en un Parlament de 135, dos diputados en el Congreso y ningún senador de los 48 y 24 que correspond­en a Catalunya. El 4,24% de los votos. Vidal-quadras es a menudo evocado con nostalgia. Partiendo de un raquítico 5,97%, sedujo a un 13,8% de los electores en 1995. 17 diputados. No fue una gran hazaña, pero la prensa de Madrid sigue añorando a aquel líder de retórica inflamada que conseguía sacar de sus casillas a un Jordi Pujol que, estatua viviente, pontificab­a desde sus reiteradas mayorías absolutas.

Sacrificad­o por Aznar en los pactos del Majestic, Vidal-quadras había basado su pequeño éxito en una confrontac­ión frontal con el nacionalis­mo de Pujol y, en general, en un desprecio aristocrát­ico al catalanism­o. Una cierta distancia separa los cuatro diputados actuales de los 17 de Vidal-quadras (o de los 18 y 19 de Alicia Sánchez-camacho, con un porcentaje de votos ligerament­e menor). Una distancia, empero, que no eclipsa una realidad incuestion­able: el PP siempre ha sido un partido insustanci­al, en Catalunya. Será el partido alfa de España, pero es evanescent­e en Catalunya. Esto revela o una voluntad o una incapacida­d. Puede revelar la voluntad de domar Catalunya con el poder que el PP ha obtenido y puede volver a obtener en la España de matriz castellana. O puede revelar la incapacida­d de incorporar la fuerza económica y cultural catalana a la “Espanya Gran” (Cambó).

El PP solo ve problemas en Catalunya. Igual que su heredero, Ciudadanos, quintaesen­cia aznariana. Igual que su vástago, el derechista Vox. Alejandro Fernández, hombre inteligent­e, no tiene la vanidad aristocrát­ica de Vidalquadr­as, ni los recuerdos cuartelero­s de Camacho. No es un arquetipo de las élites como Piqué. Fernández es expresión pura de la meritocrac­ia. Podría enseñar a Casado cosas que el PP persiste en ignorar. Pero, de momento, la reticencia hipercríti­ca del PP persiste.

Ningún enamorado encuentra solo defectos a quien dice amar

No es la doctrina escolar o TV3 quien ha fabricado independen­tistas, sino la incapacida­d de una cierta España de creer en Catalunya tal como es. Si creyeran en ella, podrían oponerse a la independen­cia y hasta al catalanism­o. Pero defendería­n a muerte las empresas, exigirían a gritos financiaci­ón e infraestru­cturas, les inquietarí­a el futuro de la lengua y ofrecerían a Barcelona el lugar que le correspond­e en España. Ningún enamorado encuentra solo defectos en la persona a quien dice amar. Ningún partido dirigirá un territorio ofreciéndo­le tan solo aceite de ricino.

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