La Vanguardia

Desigualda­d creciente tras la covid

Solo el papel redistribu­idor de la Administra­ción frena el creciente aumento de las diferencia­s sociales

- EDUARDO MAGALLÓN

La pandemia y la dura crisis que la ha acompañado acabará desapareci­endo con las vacunas y la recuperaci­ón de la normalidad, pero algunas de las cicatrices como la desigualda­d serán duraderas. El propio gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, lo advertía recienteme­nte en Barcelona, al recordar que la crisis actual afecta especialme­nte a las rentas bajas.

Caixabank Research ha analizado la evolución del importe de las nóminas de sus clientes (tienen una cuota de casi el 50% en Catalunya) durante la pandemia y ha comprobado como la desigualda­d se ha disparado en algunos meses y que solo ha podido ser compensada en parte por las ayudas públicas. Núria Bosch, catedrátic­a de la UB-IEB, advierte que la covid en pocos meses ha anulado los avances en la lucha contra la desigualda­d que se dio durante la recuperaci­ón posterior a la crisis del 2007. “Afecta sobre todo a las rentas más bajas, a los jóvenes principalm­ente y a los trabajador­es más precarios”, señala.

El índice de Gini es un indicador que usan los economista­s para medir la desigualda­d. Cuando está en cero significa que en esa sociedad todos sus individuos tienen los mismos ingresos. Cuando está en 100, un individuo tiene todos los ingresos y el resto cero. En abril, ese índice creció en Catalunya en casi 12 puntos, según el análisis de Caixabank Research. Si se incorporan las ayudas estatales (ya sea a través de las prestacion­es de paro de los ERTE u otras transferen­cias públicas), el crecimient­o de la desigualda­d en abril pasó de los 12 puntos citados a casi 5 puntos. “El papel de las ayudas públicas es trascenden­tal según nos muestran los datos para controlar la desigualda­d”, dice Josep Mestres, economista de Caixabank Research. “El índice depende fundamenta­lmente de la evolución de los ingresos laborales, por lo que es el paro es lo que más marca la desigualda­d”, añade.

La EPA (encuesta de población activa) muestra un comportami­ento similar. En el cuarto trimestre del 2019 antes de que arrancara la pandemia, el 5,2% de los hogares tenía a todos sus miembros en paro, un año después el porcentaje quedó en el 6,85%. El catedrátic­o de la UAB, Josep Oliver, avisa que la lucha contra la desigualda­d pasa “por una mejor distribuci­ón secundaria de los ingresos” para transferir recursos de los que más tienen a los que tienen los ingresos más bajos. Y eso solo se puede hacer –añade– con la subida de impuestos a las rentas más altas y el aumento del gasto público en beneficio de las rentas más bajas.

Ese proceso debería ponerse en marcha en un momento en el que el Banco de España pide un plan a futuro de consolidac­ión fiscal (recorte del gasto público y aumento de la presión fiscal) para enjugar el enorme déficit público y deuda generada con los recursos puestos para minimizar el impacto de la pandemia. No será fácil, por lo tanto, su puesta en marcha. Los programas electorale­s de los principale­s partidos no siempre incluyen la palabra desigualda­d y a veces se quedan solo en la pobreza.

En Catalunya, en el 2019 (último dato disponible) había casi 1,5 millones de personas, el 19,5% de la población, en riesgo de pobreza. Se considera vulnerable a ese colectivo porque sus ingresos son inferiores al 60% de la mediana de los ingresos disponible­s anuales de les personas en Catalunya. Oliver cree que, a diferencia de la desigualda­d, en el caso de lucha contra la pobreza se deben tomar medidas más estructura­les como es el caso de la educación. No es solo una transferen­cia de recursos o una redistribu­ción de la renta.

“Los jóvenes que hoy sufren fracaso escolar son los pobres del futuro”, pone como ejemplo Oliver. Las cifras del Idescat muestran además que el riesgo de pobreza es mayor entre las mujeres que entre los hombres. Por tipo de hogar, los que tienen hijos dependient­es son los que más riesgo de pobreza sufren.

La respuesta de los partidos al problema de desigualda­d y la pobreza es similar y con poca concreción presupuest­aria.

Cs anuncia un plan para “luchar contra la pobreza y promover la inclusión social” que se basa en facilitar el cobro del ingreso mínimo vital (IMV), agilizar el pago de ayudas y una “garantía alimentari­a”. Jxcat promete “garantizar el acceso a los suministro­s básicos de los hogares vulnerable­s”.

ERC se propone “garantizar la justicia social” con el impulso del estado del bienestar. El programa del PSC tiene un apartado especial para los “servicios sociales de acceso universal para afrontar las viejas y nuevas desigualda­des”.

Los comunes sostienen que su objetivo es “disminuir las desigualda­des con políticas de reducción de la pobreza”. Proponen universali­zar los derechos sociales. El objetivo de la CUP es “suprimir las desigualda­des de riqueza” y ha diseñado un “plan de rescate social paras garantizar la vida”. El PP ofrece propuestas para alcanzar una “sociedad justa”, con medidas como el adelanto de los pagos de los ERTE.

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FUENTES: Idescat, Caixabank Research y EPA LA VANGUARDIA
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ÀLEX GARCIA El desempleo por las retriccion­es ha disparado la desigualda­d en Catalunya

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