Jóvenes como Mandela

En una de las muchas cartas que Nelson Mandela mandó desde prisión a su esposa Winnie figura lo siguiente: “Yo era un joven agresivo y arrogante. Mis 27 años de cárcel me han hecho comprender lo importante que es la tolerancia. Que no hay tiempo para la amargura, sino para la acción. El calabozo es el lugar idóneo para conocerte a ti mismo. Tengo oportunidad de meditar y evolucionar espiritualmente”.

Un 11 de febrero como hoy, pero de 1990, Nelson Mandela era liberado de la cárcel tras 27 años de cautiverio. En la foto, agarrado de la mano de Winnie, su segunda y combativa esposa, saluda a quienes han ido a recibirle. La camisa blanca le viene holgada. Ella recordaría después: “Parecía un viejo joven”.

A los nuestros, los jóvenes, les hemos vuelto a engañar. Les dijimos que la universidad era un sitio donde conocerían a un montón de gente interesante, accederían a una formación excelsa y aprenderían con profesores como Merlí. Ahora parece que empiezan algunas clases presenciales, tras haber vivido un curso esperpéntico, encadenados a la pata de su silla, desde las pantallas de sus habitaciones.

Mandela, que había liderado un bufete de abogados defensor de la lucha antirracista, pionero en el país, un hombre a quien la población negra sudafricana adora, fue acusado en 1956 y juzgado junto a otros 149 militantes de su partido, el CNA, por alta traición. Clamaban, entre otras cosas, por un futuro mejor para las nuevas generaciones.

Me pregunto si no merecen nuestros jóvenes, ahora, que les abramos paso aunque sea con un tímido relevo. Porque en el fondo, perdidos en el túnel de unos estudios inciertos y el embudo de un mercado laboral que los expulsa, ellos son nosotros, los que pergeñamos un día que un mundo distinto era posible.

Aquella tarde Mandela salió a saludar a la multitud, con aspecto adusto, feliz y cansado. Y aunque había cambiado la revolución por la paciencia y su tendencia a dispersarse por la de centrarse, no renunció a ninguno de sus ideales. Alzaba su mano señalando al cielo.

De joven solo le quedaba –y ya es mucho– el espíritu.

Un 11 de febrero como hoy Mandela salió libre tras 27 años de cautiverio