“A la Biblia le faltan escenas de sexo”
Chuck Palahniuk, escritor, que publica ‘El día del ajuste’
Su nombre es Chuck Palahniuk (Pasco, 1962). Su primera novela fue nada menos que El club de la lucha (1996) y eso marca, aunque sea porque no todos los escritores pueden contar anécdotas de sus rodajes junto a Brad Pitt. Autor de otros diecisiete libros, ahora nos llega El día del ajuste (Random House), una frenética sátira coral ambientada en unos Estados Unidos divididos en tres estados-nación independientes, Caucasia (para blancos), Negrotopía (para negros) y Gaysia (para homosexuales). Personajes acelerados, ritmo frenético, humor y hasta un asalto al Capitolio, “la nueva Bastilla”, escrito dos años antes de los hechos sucedidos hace un mes en Washington. Palahniuk atiende a este diario por videoconferencia desde su casa en Portland.
Bajo la acción, late un trasfondo ensayístico paródico.
Quería novelar algunas tesis del sociólogo y economista alemán Gunnar Heinsohn, que ha mostrado la relación entre demografía y las transformaciones sociales. Las sociedades que tienen muchos varones jóvenes reaccionan de una determinada manera, unos niveles altos de testosterona producen, por ejemplo, el Renacimiento italiano, la Revolución Francesa, la conquista de América... Otra cosa: siempre que hay cambios brutales en la Historia suele haber un texto que los justifica. Un texto absurdo pero que cobra enorme fuerza y se difunde por todas partes: Mein kampf, la Biblia, el Manifiesto comunista...
Tenemos estados formados por creencias religiosas pero ¿hay alguien que pida estados como los de su libro?
¡Por supuesto! En Michigan, hay partidarios de un estado-nación negro. En Washington existen grupos que defienden uno solo de blancos. Pero no veo muchos gays que quieran un estado-nación, eso es lo más imaginativo. Me ocupo de los problemas que generaría: los negros y blancos seguirían teniendo hijos de su color, pero algunos serían homosexuales, y como el estado gay se reproduciría menos, necesitaría firmar convenios con los otros estados para que le trajeran niños.
Otra idea es la guerra como purificación. ¿Hay una visión positiva de la guerra en EE.UU.? Claro. Hemos tenido un año de guerra: mucha gente ha muerto o ha sido herida. Lo ocurrido en el 2020, fundamentalmente, ha sido una guerra civil, que ha hecho emerger una nueva generación de líderes. La guerra tiene algo de teatralidad: es un escenario en que unos combatientes son reconocidos como los siguientes líderes. En el asalto al Capitolio hemos visto a los que van a llegar al Gobierno en diez años.
¿Cree que van a llegar?
Así sucede en la Historia, y en mi país desde los años sesenta. Cualquier movimiento reivindicativo o de derechos civiles ha visto cómo, con el tiempo, sus líderes llegaban al poder. Llegarán los del Capitolio y luego los de Black Lives Matter.
Es una novela sobre el poder: el de la fuerza, del dinero, el político... pero también, y mucho, el sexual.
Siempre incluyo fuertes elementos físicos. Hay libros con gran atractivo intelectual, emocional pero sin atractivo físico. No hay erotismo en
Mein kampf, y a la Biblia le faltan escenas de sexo explícito, mejoraría mucho con ellas. Mis libros sí tienen una parte física y sensual, para que el lector conecte a ese nivel.
¿Qué es esa historia dickensiana de que ha perdido su casa? Nunca recibí el adelanto de este libro. Aún lo estoy esperando. Iba preguntando a mi agente y solo me respondían con mentiras y evasivas: que el dinero está retenido, que llegará tal día... Al final, me di cuenta de que me lo habían robado ellos, el contable se llevó mi adelanto, y llevaban robándome hacía veinte años. Tuve que vender una casa que le había comprado a mis suegros para su jubilación, los pobres ya se habían instalado, fue muy triste. Metieron al tipo en la cárcel pero, por el coronavirus, lo han soltado tras un año de condena, a pesar de que a mí me ha robado millones de dólares, como a otros muchos autores.
Su mesías, Talbott, dice que los grupos de adictos como Narcóticos Anónimos son las nuevas religiones.
La gente iba a la iglesia porque tenía problemas, allí conocía a gente similar, y así comenzaron los movimientos de derechos civiles, a líderes como Martin Luther King los encontraron en la iglesia. Hoy, la gente encuentra una función similar en las reuniones de adictos al sexo, al gasto, al alcohol, a las drogas, a la ira... No me sorprendería nada que de ahí surgieran los nuevos movimientos políticos.
¿Ha cambiado de agencia?
Estoy en una más grande. Espero que haya más responsabilidad, pero me va a llevar años tapar ese agujero financiero.
A lo mejor un día escribe una novela sobre eso.
No. Nada más aburrido que el dinero, esa cosa abstracta. A decir verdad, la gente más aburrida del mundo son los ricos, pase usted tiempo con ellos y verá, yo lo he hecho y viven una vida tan amortiguada, todo está tan rodeado de dinero, que no tienen buenas historias ni un relato. El dinero es aburrido y por eso no me fijé en lo que hacía mi contable.
PROFECÍA
“Los líderes políticos del futuro saldrán de los asaltantes del Capitolio y de grupos de adictos”
ARRUINADO
“Me han robado millones, pero nada hay más aburrido que un rico, no tienen relato”