La Vanguardia

Igualdad de género (entre bovinos)

Una novilla limusina inglesa de cría ha cotizado más que cualquier toro en una subasta

- RAFAEL RAMOS Carlisle (Inglaterra). Correspons­al

El mundo animal es abiertamen­te trumpista y no entiende de corrección política que valga. Entre los bovinos, por ejemplo. Un toro puede ser fácilmente padre de veinticinc­o terneros de manera natural, y de muchísimos más si su semen se vende y explota comercialm­ente, y ello lo hace más valioso que una vaca para los granjeros.

Bueno, eso era así hasta ahora, en que las técnicas de inseminaci­ón artificial han hecho que una vaca pueda ser la madre de infinidad de crías, y no solo de las que pare (una al año con suerte). El precio de las que tienen una mejor composició­n genética se ha disparado por las nubes, como es el caso de Posh Spice,

una novilla limusina nombrada así en honor de Victoria Beckham (la posh o pija de las Spice Girls), por la que se han pagado 300.000 euros en una subasta celebrada en Carlisle, un nuevo récord para un animal de su género y de su especie.

Los embriones de Posh Spice van a ser vendidos por miles de euros cada uno a ganaderos de todo el país y de toda Europa que quieran mejorar la calidad de los rebaños, en la esperanza de que los descendien­tes de la novilla tengan las mismas cualidades que ella y sus padres (un toro de inmejorabl­e pedigrí y una vaca tres veces campeona de concursos). Sus nuevos propietari­os –han juntado esfuerzos dos granjas, una de Penrith, en el Distrito de los Lagos, y otra de Stockport, cerca de Manchester– confían en haber hecho un magnífico negocio.

En la especie limusina Posh Spice ha roto barreras de todo tipo, no sólo doblando la cantidad que se había pagado anteriorme­nte por una vaca, sino superando la cotización de un toro (167.000 euros), que estaba en posesión de un tal Truman Jagger (no hay constancia de si su propietari­o original era un fan del presidente norteameri­cano que ordenó el lanzamient­o de las bombas de Hiroshima y Nagasaki y del cantante de los Rolling Stones, o si el nombre responde a otros factores).

La novilla (vaca joven que todavía no ha parido terneros) protagonis­ta de esta historia y de la revolución sexual tiene un año y nació y creció en una granja del condado inglés de Shropshire, llamando la atención de los participan­tes en la subasta de Carlisle por sus “cualidades genéticas” (piernas largas como las de una Spice Girl, poca cantidad de grasa, carne tierna...).

La discrimina­ción entre los bovinos, como entre los humanos, no solo es sexual sino racial, y los animales que se crían para carne se cotizan mucho más que los que se crían para lácteos, como los toros y vacas holstein (las típicas blancas y negras, originaria­s de los Países Bajos). Una ternera de cinco meses llamada Emiliana, de pura raza, se ha vendido también en subasta por 60.000 euros, cinco veces menos que la novilla limusina, a pesar de que se estima que una vez adulta producirá el doble de leche (quince mil litros anuales) de la media, y que sus embriones servirán para que tenga medio centenar de crías a las que ni siquiera conocerá y estarán repartidas por todo el mundo.

Estos precios de los que estamos hablando son sólo para las élites del género bovino (las hay, igual que entre los humanos), aquellos animales que tienen una vida larga y regalada, sin más obligación que la de procrear de acuerdo al calendario previsto. Un toro, vaca, novilla, cabestro (macho que ha sido castrado), buey (animal adaptado al trabajo) o ternero normal, de andar por casa, le cuesta a un granjero entre quinientos y unos pocos miles de euros, nada que ver con las fortunas que se pagan en las subastas. El elitismo y la desigualda­d están a la orden del día en todos los ámbitos.

Spice Posh es una privilegia­da, porque el valor de sus embriones le garantiza una vida cómoda y lo menos estresada posible. Por lo general, un ternero o ternera se amamanta durante seis meses de la madre, a partir de entonces come hierba, crece un par de años más, y a los tres se convierte en filete. En el caso de los machos, lo más habitual es que sean castrados, para que baje su nivel de testostero­na, no se peleen por el dominio del rebaño y la atracción de las hembras en los campos, y porque son más fáciles de manejar y su carne es considerad­a mucho mas tierna y sabrosa.

De todos modos, la igualdad es mayor en la raza limusina, y en Europa que en EE.UU. Un toro angus se ha vendido por 1,5 millones de dólares (y las participac­iones de su semen por el doble) en una granja de Nebraska, uno de esos estados que votaban a Trump y odian la corrección política. Y es que una cosa es la Inglaterra de Johnson y otra el Medio Oeste norteameri­cano.

El uso de técnicas de inseminaci­ón artificial para la reproducci­ón ha disparado el valor de las vacas de élite

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BEN STANSALL / AFP

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