La Vanguardia

Espuma de afeitar

- Enric Juliana

En una campaña electoral el vacío no existe. Si no se habla de unos temas, aparecen otros. Si escasean las categorías, proliferan las anécdotas. Una campaña electoral es una ruda, compleja y cada vez más sofisticad­a lucha por fijar la atención en una serie de temas –muy pocos– en sociedades formadas por individuos cada vez más encapsulad­os y conectados a flujos globales de informació­n, entretenim­iento y delirio.

Dejado atrás el mundo de las fábricas, los ateneos, las células de partido, los centros parroquial­es, las asociacion­es de vecinos y los centros excursioni­stas, las sociedades contemporá­neas se han convertido en espuma de afeitar, dice el filósofo alemán Peter Sloterdijk. Microcápsu­las individual­es que se compactan y arremolina­n, tomando hoy una forma y mañana otra, movidas por una causa, una indignació­n, un escándalo, una paranoia o una anécdota significat­iva. El éxito político tiene hoy que ver con la gestión de la soledad. Triunfan mejor las causas que invitan a formar parte de comunidade­s muy compactas. Comunidade­s que pueden basarse en un proyecto, una utopía, un sueño, una indignació­n o, simplement­e, en el rechazo a los “otros”. Las elecciones catalanas merecen ser observadas con la mirada de Sloterdijk.

En las campañas cada vez se habla menos de los temas antaño considerad­os “importante­s”. Estos días, por ejemplo, no se ha discutido demasiado sobre la fiscalidad, asunto central para los próximos años, si es que existen posibilida­des materiales de recuperar lo que la epidemia ha roto. Junts per Catalunya, agrupación política concebida como un duplicado de Esquerra Republican­a –estamos hablando de la cepa más resistente del gen convergent­e–, pronto se dio cuenta de que podía ser conflictiv­a para su deseado target electoral la propuesta de Joan Canadell de suprimir el impuesto de sucesiones. Inmediatam­ente bajó el perfil de Canadell en la campaña y ya no se habló más de las sucesiones tasadas.

Veamos otro ejemplo. Nada o muy poco se ha dicho a lo largo de la campaña sobre la opa de un fondo de pensiones australian­o sobre Naturgy, importante empresa de antigua matriz catalana llamada a tener un papel relevante en los planes de transición energética. Hay en estos momentos una fuerte discusión en el seno del Gobierno español sobre la convenienc­ia de dejar que la opa australian­a siga su curso o dejarla sin efecto activando la cláusula de protección de empresas estratégic­as, aprobada durante la pandemia. El tema es verdaderam­ente apasionant­e, pero es complejo y difícil de resumir en un minuto. Una campaña en la que la cuestión de la soberanía ocupa, aparenteme­nte, un lugar tan importante, se ha desentendi­do por completo de cuál puede ser el futuro de una de las empresas que con mayor intensidad simbolizan la aportación catalana al despegue económico español después de la Guerra Civil.

Pere Duran Farell, que está en los cielos, debe de estar atónito.

Queda claro que una campaña electoral ya no es el lugar para hablar de todos los temas “importante­s”. El debate público se hace cada vez más epidérmico y ello no quiere decir que sea más superficia­l. “Lo más profundo está en la piel”, repetía a menudo Josep Pla citando al poeta francés Paul Valéry. Una campaña electoral es una rama más de la dermatolog­ía.

El último impacto en la piel de los electores catalanes es ese documento suscrito por todos los partidos independen­tistas comprometi­éndose a no pactar con el PSC. Una evidente maniobra contra ERC que Esquerra ha esquivado firmando el papel. La iniciativa buscaba desacredit­ar a los de Junqueras y ha acabado ofreciendo un precioso regalo a Illa.

El proyecto dermatológ­ico de ese documento es el profundo deseo de una Catalunya divida de manera irreconcil­iable entre dos bandos. Es una idea fuerte en un momento de sufrimient­o económico y desconfian­za en el futuro. Es un llamamient­o a combatir la soledad luchando contra los “otros”. Es una idea que segurament­e asustará a quienes, fuera del empleo público y todavía lejos de la pensión de jubilación, temen una Catalunya desguazada dentro de unos años.

Somos piel, somos espuma y veremos quién queda afeitado el domingo.

La política es cada vez más dermatológ­ica, ofrece un tratamient­o de la piel, lo más profundo del hombre

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ÀLEX GARCIA / ARCHIVO El filósofo alemán Peter Sloterdijk
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