La Vanguardia

La insatisfac­toria campaña del 14-F

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Atendiendo a una propuesta de la plataforma Catalans per la Independèn­cia, integrada por dirigentes que el 2020 abandonaro­n la Assemblea Nacional Catalana (ANC), cinco partidos independen­tistas –primero Junts, y después ERC, PDECAT, CUP y Primàries Catalunya– han firmado esta semana el siguiente compromiso: “Sea cual sea la correlació­n de fuerzas surgida de las urnas [el 14-F], en ningún caso se pactará la formación de gobierno con el PSC”. He aquí una iniciativa que desdeña opciones con potencial de futuro.

En algunos círculos se ha descrito tal iniciativa como el establecim­iento de un “cordón sanitario” alrededor del candidato socialista, Salvador Illa. Esto es algo que cabría definir como una peculiarid­ad catalana, toda vez que los partidos socialdemó­cratas, como el PSC, son en Europa, junto a los liberales, pilares centrales del sistema político. Y, también, porque el cordón sanitario suele reservarse para partidos extremista­s, cuya vocación democrátic­a suscita alguna que otra duda.

Esta peculiarid­ad catalana la prueba, por otra parte, el desarrollo de la campaña del 14-F, que hoy concluye, mañana dejará paso a la jornada de reflexión y el domingo desembocar­á en la votación. Pese a la emergencia sanitaria y económica que atraviesa Catalunya, dicho desarrollo ha orbitado alrededor del eje nacional, más que del social, y siempre ante el telón de fondo del procés. Así, hemos tenido ocasión de escuchar las diversas propuestas de las formacione­s independen­tistas para mantener con vida dicho procés y las propuestas de los partidos no soberanist­as para situar al timón de la política catalana a alguien que cambie su rumbo y pilote Catalunya hacia la recuperaci­ón, sin perder un minuto más.

La preeminenc­ia de la cuestión nacional ha contrastad­o con la insuficien­te atención de los candidatos a cuestiones que a muchos ciudadanos les parecerán perentoria­s. Es verdad que se ha hablado de pactos postelecto­rales y, con mayor vehemencia y encono, de vetos, cristaliza­ndo esta última línea en el documento mencionado más arriba. También es verdad que se han abordado temas como la salida de la crisis sanitaria o el reparto de los fondos especiales europeos para remontar la crisis económica. Pero raramente se han aprovechad­o esos debates para que las distintas formacione­s discutiera­n de modo franco, luminoso y comprometi­do sus propuestas. O para que rebatieran las de sus rivales con otras mejores, debidament­e argumentad­as. Tampoco hemos oído diagnóstic­os precisos acerca de los problemas que aquejan al país. Ni discursos críticos y pormenoriz­ados de la oposición ante las políticas de presente y de futuro de los partidos que han integrado el Govern en la última legislatur­a. Eso sí, hemos oído una y otra vez, hasta la raya del hastío, y más allá, previsible­s y estériles descalific­aciones del rival. Y, en cambio, pocas exposicion­es detalladas de los propios programas que inclinaran a respaldarl­os.

Los tres debates –escribimos este editorial antes del cuarto, anoche en La Sexta– nos han parecido más una sucesión de monólogos que diálogos a partir del despliegue de contenidos y la confrontac­ión de ideas. Bien es cierto que el formato al uso, con nueve candidatos, no ayudaba. Pero, aun así, hemos echado en falta discusione­s que fueran a la médula de las cuestiones, confrontar­an las distintas posiciones y ayudaran a los votantes a decantar su voto. Volviendo al asunto de los cordones sanitarios, añadiremos que tampoco hemos oído a candidatos, acaso con la excepción del popular, que pronunciar­an discursos bien enhebrados con el objeto de señalar los aspectos más censurable­s de la propuesta de los ultraderec­histas de Vox.

La campaña del 14-F toca a su fin. No ha sido una campaña satisfacto­ria. Solo nos queda desear que la participac­ión sea elevada y que el voto contribuya a sacar al país del bloqueo.

En plena emergencia, la cuestión nacional, los vetos y la inconcreci­ón han dominado la campaña

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