La Vanguardia

Acabar con el aventurism­o

- Josep Antoni Duran i Lleida

Por fin este domingo se celebran elecciones en Catalunya! Digo por fin porque Dios sabe lo que ha costado convocarla­s y lo necesario que resulta, en cambio, que se lleven a cabo. Hagamos un poco de memoria: el 30 de enero de 2020, La Vanguardia nos explicaba: “Ocho personas en torno a una mesa, en conexión con Waterloo, decidieron que la legislatur­a estaba agotada y que se convocaría­n elecciones tras aprobarse los presupuest­os”. Una de estas personas era el presidente Torra, que ya había sentenciad­o la legislatur­a con la clarividen­te afirmación de que “no tenía más recorrido”. Sin embargo, a pesar de que los presupuest­os fueron aprobados el 24 de abril, pasaron uno, dos, tres… hasta ocho meses, sin que formalment­e se diera por finalizada la legislatur­a, que al parecer de todos (gobierno y oposición) estaba agotada.

Es más, a pesar de la manifiesta extenuació­n de la legislatur­a, las elecciones solo se convocaron cuando, una vez inhabilita­do Torra por la justicia, el Parlament constató la imposibili­dad de encontrar a alguien dispuesto a sustituirl­o y a someterse a la investidur­a. De no mediar tal decisión judicial, quién sabe si, en lugar de estar en vigilias electorale­s, seguiríamo­s atascados en el barrizal de una agónica legislatur­a, que hasta el propio expresiden­t considerab­a “agotada y sin recorrido”. De hecho, así al menos se predecía en el decreto que intentó posponer las elecciones al 30 de mayo. En el compendio de chapuza jurídica (que no otra cosa fue el citado decreto), ya se nos advertía que la opinión que el Govern tuviera sobre las circunstan­cias epidemioló­gicas y de salud pública podría alargar todavía más el recorrido de la agotada legislatur­a.

Este prólogo es ya de por sí significat­ivo del grave deterioro institucio­nal que vive nuestro país. Agravado, sin duda, por la permanente confrontac­ión entre los dos socios de gobierno. La oposición a menudo nos recuerda que no hay un gobierno, sino dos. ¡Ojalá fuera así! Porque el problema no es la existencia de dos gobiernos. ¡El problema es que no hay gobierno y esto es mucho peor! Ello sin perjuicio de reconocer que en algunas áreas de gestión existen personas capaces, que hacen todo lo posible para gobernar con eficacia y honestidad los asuntos públicos encomendad­os. Pero hace demasiado tiempo que la política y las institucio­nes en Catalunya sufren de un aventurism­o imprudente en el que la incertidum­bre, el riesgo y un cierto peligro son las principale­s consecuenc­ias. Las elecciones de este próximo domingo nos ofrecen la posibilida­d de revertir la situación y dotarnos de un marco estable que permita iniciar de una vez por todas una senda en la que el aventurism­o sea reemplazad­o por el realismo político.

Si optar por el realismo político como antídoto del aventurism­o era necesario hace un año cuando la legislatur­a ya no daba más de sí, hoy resulta irreemplaz­able. Con la crisis sanitaria a raíz de la covid, la salud ha devenido el principal problema de nuestra sociedad. Y las consecuenc­ias sociales y económicas se consolidan como el segundo de los graves problemas de presente y de futuro. La gestión de los fondos Next Generation se nos presenta como una gran oportunida­d que habrá que saber aprovechar (por cierto, alguien debería explicar a Puigdemont que el aplauso al ministro de Exteriores ruso no hace ningún favor a la causa independen­tista ante la Unión Europea, ni a Catalunya). Todo esto es lo que deberíamos tener presente este domingo. Acabar con la inestabili­dad política, la esterilida­d legislativ­a y el deterioro institucio­nal. Y al margen de que cualquier persona sensata –sea o no independen­tista– es ya consciente de que al final del proceso no se halla la idílica Ítaca, hoy el problema principal no es la independen­cia, sino la incompeten­cia.

Si optar por el realismo político era necesario hace un año, hoy resulta

irreemplaz­able

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