Género y patrones culturales

Preguntémonos si los patrones culturales se han ido modificando en cuanto a las cualidades atribuidas a hombres y mujeres. Desde años ha, se ha tenido por más emotivas a las mujeres que a los hombres, por más ambiciosos profesionalmente a los hombres que a las mujeres y, más discriminatoriamente, a ellos más inteligentes que ellas. Tiempo hubo en que se creía que el cerebro de las mujeres era más pequeño. Sucesivos estudios sociológicos han ido desmantelando tales estereotipos, en especial respecto de las capacidades intelectuales femeninas, de manera que tan solo las personas más retrógradas son capaces de sostener que los hombres son intrínsecamente más inteligentes. Existen sobrados motivos para desmontar tal prejuicio, con la presencia relevante de mujeres en sectores como la educación, la política, el empresariado o la sanidad. Cierto que aún se requiere el establecimiento de cuotas para darles paso, pero cuando lo obtienen, la igualdad se hace patente.

En Alemania, un proyecto de ley obligará a las grandes empresas a tener al menos una mujer en el consejo de administración. Aunque la canciller Angela Merkel se había mostrado reticente a semejante medida, tras quince años de un gobierno alcanzado sin mecanismos igualatorios, ahora ha considerado conveniente hacerlo, al comprobar la nula voluntad empresarial.

Con la práctica, los conceptos arcaicos decaen, lo cual no significa que las relaciones poco igualitarias desaparezcan por completo. Las mujeres continúan dedicando el doble de tiempo que los hombres al cuidado de los hijos y del hogar, en tanto ellos se consagran a la profesión, aspirantes al liderazgo. Por lo demás, la dualidad de funciones de las mujeres viene a confirmar sus capacidades. Superados, pues, los viejos patrones.