La Vanguardia

Luis Landero

Escritor

- XAVI AYÉN

El autor extremeño publica la novela El huerto de Emerson, inspirada en sus recuerdos de juventud, tras el éxito que obtuvo en el 2019 Lluvia fina, sobre sus demonios familiares, de la que se está preparando en estos momentos una serie.

Tras el éxito de Lluvia fina (2019), su novela sobre los demonios familiares –de la que Aitor Gabilondo, creador de Patria, prepara una serie–, Luis Landero (Alburquerq­ue, 1948) publica un libro bien distinto, El huerto de Emerson (Tusquets), textos memorialís­ticos sobre episodios de su vida, sus lecturas y su visión del mundo. El escritor recibe a este diario en su piso de Madrid.

Hay alguna parte que es ‘memorialis­mo mágico’, con un señor gordo que sale volando y todo...

No sé si está inspirado en el muñeco de Michelin, mezclado con las viñetas del Pulgarcito con Gordito Relleno... Es una convicción que tuvimos los internos de un colegio de Madrid, creíamos que aquel señor flotaba, y tiene su lógica, como los globos aerostátic­os, que un hombre gordo, si es joven y ágil, pueda llegar a flotar y vuele. Más que Remedios la Bella o el cura, desde luego. No lo veo descabella­do ni inverosími­l.

Cuenta cómo le despidiero­n de un bufete de abogados...

Y yo, feliz. Me llamó un día el dueño, Bermejo, y me dijo que había observado que yo era ‘un chico garboso’, así lo dijo, ‘garboso’, que mi futuro no estaba allí, en su despacho, que me veía grandes aptitudes para la guitarra y la poesía, lo dijo como un elogio, porque ‘los que no servimos para el arte ni para la literatura nos vemos obligados a ganarnos la vida en otras cosas’. Todo orgulloso, le respondí que sí, que por supuesto yo era un bohemio y un soñador. Me animó a seguir mi camino y hasta me pidió si podía recitarle unos versos. Yo estaba nervioso y me salieron unos de Juan Ramón Jiménez que hice pasar por míos, aquellos de ‘Y yo me iré, y se quedarán los pájaros / cantando...’. Hizo un gesto de grata sorpresa, me dijo que eran muy buenos y, con el rostro conmovido, me animó a seguir mi camino. Si hubiera tenido una guitarra allí, le habría cantado algo. Ya no se despide de esta manera, no hay patrones tan generosos que te echen a la calle cubierto de halagos.

Recuerda cuando fue usted muy guapo...

Te hacen guapo los demás, una mujer maravillos­a que se enamoró de mí. Es una experienci­a que tuve, me miraba en mi reflejo de los escaparate­s al pasar. Vislumbré el gran amor, su sueño, tal como lo describen los poetas. Fue en la época de la Transición. Un abismo maravillos­o y terrible, efímero. Los jóvenes de los años 70 vivimos el cambio político con una exaltación y una fe terribles. Veníamos de una dictadura y, de pronto, el mundo se coloreó y todo era nuevo, de estreno.

¿Por qué se titula El huerto de Emerson?

Por un libro, Ensayos escogidos, de Ralph Waldo Emerson, que me impactó mucho, aquí lo tengo, todo subrayado a los 17 años. Ese libro me dio seguridad en mí mismo, fue mi autoayuda, lo leí varias veces seguidas en estado febril. Dice que cada cual ha de aceptarse a sí mismo con orgullo. Que a todos nos ha tocado un terrenito que labrar. Seguro que hay terrenos más grandes con lechugas más fuertes, pero nosotros tenemos que cultivar nuestro huerto, contentos y alegres con nuestras lechugas, aunque sean pequeñas. Fue una revelación.

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DANI DUCH Luis Landero, en su casa, durante la entrevista

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