El PP se juega el futuro con la baza europeísta y liberal de Fernández
Alejandro Fernández ha centrado su candidatura en proponer una “revolución fiscal” para Catalunya a imagen y semejanza de las comunidades autónomas gobernadas por el PP, singularmente la de Madrid, cuya presidenta ha viajado dos veces a Barcelona.
La promesa de una rebaja generalizada de impuestos ha sido recibida con los brazos abiertos por empresarios como el expresidente de Foment del Treball Joaquim Gay de Montellà, cuyo compromiso con los conservadores se ha plasmado al incorporarse a la candidatura simbólicamente.
Pero la “campaña en positivo” planteada por Pablo Casado, implicado desde hace meses en el proyecto de “convivencia y libertad” elaborado por Fernández para doblar los cuatro escaños del 2017, se ha visto alterada por la irrupción del juicio sobre la caja B de la época de Mariano Rajoy y la creciente amenaza de Vox.
El pasado de los papeles de Bárcenas y el presente de la apertura de un ancho frente en el flanco, situado más a la derecha, acechan el futuro, que en Catalunya se basa en el mensaje “integrador y moderado” que ha defendido Fernández en su plan para “recomponer” en torno al PP el espacio del centroderecha liberal, abierto al catalanismo, que se rompió, a su juicio, con el procés.
Casado ha intentado distanciarse del legado de sus antecesores y Fernández ha subrayado su perfil europeísta para mostrar cuán lejos está de los “eurófobos” de Vox. Y los dos han puesto al PSOE en el centro de la diana por sus acuerdos con ERC, que creen que se volverán a reproducir en el Govern, como no se han cansado de decir, si los números del PSC “dan para otro tripartito”.
Para que eso no pase, como repitió Fernández en el restaurante de Montjuïc donde se celebró el acto de cierre de campaña, el PP quiere tener la “llave” de los futuros pactos.