La Vanguardia

Pulso entre Rusia y Europa

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Desde la revolución de Maidán en Ucrania, el apoyo ruso a los grupos rebeldes en el este de ese país y la anexión de Crimea por Rusia en el 2014, las relaciones entre la Federación Rusa y la Unión Europea no han hecho más que empeorar. Desde esa anexión que la UE, como Estados Unidos, considera ilegal, Bruselas ha ido renovando periódicam­ente las sanciones a Rusia pese a que ambas partes siguen manteniend­o una fuerte interdepen­dencia.

La UE ha revisado su relación con Moscú y ha suspendido las cumbres periódicas y las negociacio­nes sobre un nuevo acuerdo bilateral. En junio del 2015, amplió las sanciones a Rusia tras el derribo del avión de Malaysia Airlines sobre territorio controlado por los rebeldes que reciben apoyo militar ruso. Las relaciones comerciale­s –pese a que la UE sigue siendo el mayor socio comercial de Rusia– se han visto empañadas por el embargo ruso a productos agroalimen­tarios europeos.

Desde el 2016, Rusia pasó para la UE de socio a adversario por el uso de la fuerza para alcanzar sus objetivos geopolític­os, en un nuevo escenario que, sin embargo, debía tener en cuenta la interdepen­dencia económica y energética y la cooperació­n en temas como la lucha contra el terrorismo y la crisis climática. Un equilibrio de compleja gestión que ha derivado a peor y ha cambiado radicalmen­te el orden político y de seguridad de Europa. La creencia rusa de que países vecinos como Bielorrusi­a, Ucrania, Georgia, Azerbaiyán y Armenia son su “zona de influencia natural” choca con la posición de la UE, que apoya su integració­n en las institucio­nes occidental­es.

El encarcelam­iento de Alexéi Navalni, la represión contra sus seguidores, la reciente visita del alto representa­nte europeo, Josep Borrell, con la polémica que ha suscitado, y la expulsión de tres diplomátic­os europeos han sido los últimos episodios de una tensión bilateral in crescendo.

Ayer, el veterano ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, subió el tono y amenazó con que Rusia podría romper relaciones con la UE si aprueba nuevas sanciones que causen daños en sectores sensibles de la economía rusa. Lavrov afirmó que Rusia no quiere aislarse de la vida del mundo, pero debe prepararse para ello, y apostilló con la sentencia de la era romana “si quieres paz, prepárate para la guerra”. Borrell dijo el martes que haría “propuestas concretas” para imponer nuevas sanciones a Moscú que estudiarán los ministros de Exteriores a finales de febrero. Bruselas admite que la situación es delicada, si bien mantiene la puerta abierta a cooperar con Rusia en temas de interés mutuo.

Y es que en el seno de la UE no existe una posición unánime y monolítica respecto de la relación con el Kremlin. Mientras algunos países del este y los bálticos apoyan una política dura, herencia de su etapa de relación forzosa con Moscú, el país motor de la UE, Alemania, se debate en la disyuntiva de tener que elegir entre la presión política a Putin o el gas barato ruso a través del Nord Stream 2, el gasoducto que conectará Rusia con Alemania por el mar Báltico y que le garantizar­á energía cuando el país cierre todas las nucleares el año próximo. Un gasoducto que tiene dividida a la UE, pues hay estados que piensan que generará una dependenci­a negativa hacia Rusia. Francia ha pedido que se abandone el proyecto. Por el contrario, Berlín cree que la relación energética con Moscú es casi “el último puente entre Rusia y Europa”, en palabras del jefe de Estado alemán.

Las amenazas de Lavrov son parte de la partida política, diplomátic­a y económica que se está jugando, pero evidencian la compleja situación actual, siempre a caballo entre la confrontac­ión y la interdepen­dencia. Está claro que Moscú no cederá en el caso Navalni y que apuesta por la línea dura, sabedor de que la UE es muy dependient­e de la energía que le proporcion­a. Habrá que ver si Bruselas opta por una política firme de defensa de la democracia y los derechos humanos en Rusia o apuesta por el pragmatism­o en la próxima cumbre europea de marzo, en que los Veintisiet­e analizarán sus relaciones con el gigante euroasiáti­co.

Moscú amenaza con romper relaciones con la UE si aplica más sanciones económicas

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