La Vanguardia

El 10% de los usuarios deja el transporte público por miedo

El resto del pasaje perdido durante la pandemia se atribuye a la parálisis sufrida por la actividad económica y social

- DAVID GUERRERO

El problema del transporte público no es de seguridad sanitaria, sino de percepción. Desde el primer momento de la pandemia ha sufrido el estigma de ser un potencial foco de contagio del coronaviru­s, pero lo cierto es que numerosos estudios internacio­nales avalan lo contrario. “No hay ninguna base para decir que el transporte público es peligroso; con los números en la mano, es más arriesgado cualquier otra actividad social que coger el metro”, resumió ayer el doctor Antoni Trilla, jefe de Epidemiolo­gía del hospital Clínic de Barcelona, en un debate organizado por La Vanguardia con la presencia de los principale­s operadores de transporte público.

Pese a la contundenc­ia médica, la realidad y las percepcion­es van por caminos distintos. Aunque la confianza se va recuperand­o a base de rutina, hay un 10% de los usuarios habituales del transporte público que han cambiado su modo de transporte por miedo al contagio, según una encuesta realizada por la Autoritat del Transport Metropolit­à (ATM). Otro 5% muestra dudas pero está abierto a volver al tren o el autobús cuando lo vea más claro. Pere Torres, director del organismo que agrupa a todos los operadores y administra­ciones implicadas en la materia, considera que “es en ese 10%-15% en el que se deben enfocar todos los esfuerzos para recuperar su confianza”.

El resto de pasaje perdido “no es por percepcion­es, sino por la realidad económica y social que influye”, según Torres. Gran parte de los desplazami­entos desapareci­dos correspond­en a trabajador­es que están en ERTE, que han perdido su empleo o que han adoptado el teletrabaj­o. Los confinamie­ntos perimetral­es y la parálisis de la actividad cultural y social también influyen. Igual que lo hace el cierre de las universida­des. Sin ir más lejos, cuando se volvió a decretar el cierre de las clases presencial­es en las facultades, el transporte público bajó de una ocupación del 65% al 55%.

Los operadores admiten que se debe mejorar la percepción de seguridad y poner en valor todas las medidas que han implantado. No en vano, se han gastado más de 45 millones de euros en tareas de desinfecci­ón y limpieza. “El salto cualitativ­o dado en términos de innovación es brutal”, defendió la presidenta de Transports Metropolit­ans de Barcelona (TMB), Rosa Alarcón. Un nuevo sistema de extracción del aire y un proyecto europeo para prolongar la duración de los elementos utilizados contra el virus son algunas de las soluciones activadas en tiempo récord.

Aun así, todo se reduce a una cuestión más irracional. “Las sensacione­s son difíciles de gestionar, pero hemos de trabajar en combatir la percepción de insegurida­d”, reconoció el presidente de Renfe, Isaías Táboas. Más allá de campañas informativ­as, trasladar al pasajero sensacione­s

Los operadores buscan la manera de poner en valor las medidas contra la percepción de insegurida­d existente

concretas es fundamenta­l. En ese sentido, el presidente de Ferrocarri­ls de la Generalita­t (FGC), Ricard Font, ejemplific­ó el cambio realizado: “Antes buscábamos productos de limpieza que hiciesen el mínimo olor posible, ahora es mejor que huela a desinfecta­nte para transmitir confianza”.

En la tarea de recuperar la confianza perdida por parte de los pasajeros, la vicepresid­enta de la asociación para la promoción del transporte público (PTP), Dolors Clavell, reclamó “campañas menos naif” y aprovechar la crisis para hacer del transporte público un eje de recuperaci­ón.

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ÀLEX GARCIA Viajeras en la línea 9 sur del metro, que ayer cumplió cinco años en funcionami­ento

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