En el centro de Terrassa
El Cel de les Oques, un referente en el Vallès
Les sorprenderá saber que la comarca del Vallès abastece, además de a sus propios mercados, a las grandes centrales alimentarias de Barcelona. En efecto, sobre la amplia llanura, entre la montaña de Sant Llorenç y la sierra de Collserola, los vallesanos cultivan extraordinarios productos como las mongetes del ganxet, el tomate de Montgrí, las coles brotonesas, los garbanzos de Mura, las alcachofas de Ullastret o el excelente cordero de Can Carbonell. Todo esto entre polígonos industriales, lo cual requiere de mucho empeño y valor.
Y puede también sorprenderles si afirmamos que Terrassa es hoy un referente gastronómico donde anidan no pocos talentosos restaurantes como la Taverna del Ciri, La Antorcha, la Bodeguilla, Vapor Gastronòmic, Ristol o el que comentaremos hoy. De los bib gourmands (categoría similar a media estrella) de la nueva guía Michelin, 7 están en el Vallès y 2 en el centro de Terrassa. ¿Una simple casualidad? No lo creemos así.
Sergi Martínez-anglés e Imma Puigmitjà, pareja de propietarios de El Cel de les Oques, chef y sommelier, abrieron este modesto local en el centro de Terrassa hace ya 15 años.
Inspirados en antiguas recetas locales, Sergio nos sorprendió con un inesperado comienzo de tartar de erizo y calamar y con unos guisantes lágrima cubiertos de una fina espuma de parmentier.
Siguieron sus ya clásicos rigatoni con crema de trompetes de la mort y trufa, plato emblemático de esta cocina. El menú continuó con unas cocochas impecables a la meunière, con habitas y alcachofas y, como plato de carne, un meloso de ternera con cebollitas y trufa a la altura del resto de platos.
Para terminar, un cóctel homenaje al origen del cava en Terrassa, acompañando una piña al ron con yogur al curri y el gran postre adoptado por la ciudad, el cardinal con chocolate negro. Todo un festival de remate.
Con una sorprendente regularidad de platos sabrosos y vibrantes; la comida, en este cielo de las ocas, resulta más que recomendable, como lo demuestran los llenos que atesoran hace años de una fiel clientela local que sabe muy bien lo que se come.