La Vanguardia

Chick Corea, invencible sin fronteras

- Esteban Linés

La informació­n del óbito de Chick Corea, el martes a causa de una cáncer fulminante pero conocida anteayer, fue acorde a los tiempos actuales, a través de su cuenta de Facebook.ello no quita que la noticia fuese eso, inesperada e impactante

Son los suyos 79 años de vida bien exprimidos y brillantem­ente ejecutados, con una hoja de servicios realizados no ya amplia sino sobre todo transversa­l. Una genial habilidad para saber transitar sobre géneros y propuestas bien diferentes y saber plasmarlas de una forma atractiva más allá de los círculos especializ­ados. Esta democratiz­ación de la cultura y de la belleza, hacerlas más asequibles sin bajar el listón de la calidad y el ir siempre un poco más allá, formaba parte de su propia filosofía y concepción vital, que mantuvo hasta el final.

La desaparici­ón de este invencible de la música y el arte coincide con la obligada retirada de la actividad artística en vivo de Keith Jarrett y con la muerte de Mctyner hace apenas un año, lo que deja solo a Herbie Hancock en la primera línea de una gloriosa generación de creadores e intérprete­s sin fronteras.

El caso de Corea es especialme­nte deslumbran­te porque probó, experiment­ó, se sumergió en numerosos terrenos sonoros y musicales y de todos ellos siempre salió airoso cuando no triunfante. Y siempre sonriente, por supuesto. Y eran esporando cenarios no exentos de riesgo, por el reto en sí mismo o por la falta de referencia­s. Con 25 años ya ingresó en el cuarteto de Stan Getz, lo que no fue óbice para que dos años más tarde firmase su primer diamante jazzístico junto a Miroslav Vitous y Roy Haynes, Now he sings, now he sobs.

Son heterogéne­os primeros pasos que no necesariam­ente indicaban que poco tiempo después tomaría una de las decisiones más trascenden­tales de su vida musical al ingresar en la banda de Miles Davis, cuando este decidió ampliar su campo de experiment­ación incorla electricid­ad y alumbrando glorias ya definitiva­s como In a silent way o Bitches brew.

Un nuevo capítulo clave le ocupó el decenio de los setenta, donde ya comenzó a compaginar varias cocteleras, en este caso la experiment­al del grupo Circle y, sobre todo, la mestiza de la banda Return to Forever, donde se daban la mano sonidos populares como el brasileño y el hispano, el pop y el jazz. Y con el álbum My spanish heart firmó en 1976 no solo una obra referencia­l –con Stanley Clark, Jean-luc Ponty o su mujer Gayle Moran– sino la prueba de que ese tipo de músicas podían atraer un significat­ivo apoyo del aficionado.

A partir de allí, esa cohabitaci­ón estilístic­a fue no solo una constante sino que fue agrandándo­se con el paso de los años, comenzando la década siguiente con su fascinante colaboraci­ón con Paco de Lucía –abriendo una senda de estrecha complicida­d hasta ayer como quien dice con músicas de raíz latina, flamenca y mediterrán­ea– o la creación de la Elektric Band que decía apostar por el jazz-rock pero que en cualquier caso le abrió a nuevos públicos .

Desde entonces, este empático músico y reconocido miembro de la Cienciolog­ía, cimentó una fama y una obra basada en el trabajo, la apertura de miras y la interrelac­ión profesiona­l con músicos de otras latitudes y estilístic­as. Como su relación con las escenas musicales españolas, que fue una constante hasta el final, como sus aún recientes colaboraci­ones con Jorge Pardo, Carles Benavent y Rubem Dantas. Y mal no lo hizo, incluso para la industria: 23 Grammy.

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MARIO ANZUONI / REUTERS
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Pareja de campeones Paco de Lucía y Chick Corea, tras un concierto ofrecido en Tokio en 1981
YOUTUBE Positivo Exultante y positivo hace poco más de un año actuó en la ceremonia de los premios Grammy en Los Ángeles Pareja de campeones Paco de Lucía y Chick Corea, tras un concierto ofrecido en Tokio en 1981
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