Manén y el entusiasmo
Any Joan Manén
Intérpretes: Las voces de Júlia Farrés-llongueras, Roger Padullés, Maria Teresa Garrigosa, Montserrat Seró, Beatriz Jiménez, Marta Valero, Josep Ramon Olivé, Elena Copons, Anna Tobella, David Alegret. Al piano: Albert Giménez, Lluís Rodríguez Salvà, Enrique Bagaría, Mireia Fornells, Jordi Masó, Marc Heredia, Josep Surinyac, Emili Blasco, Jordi Armengol, Joan Miquel Hernández, Daniel Blanch.
Lugar y fecha: Petit Palau (9/ II/2021)
Recuperar el patrimonio musical es una tarea necesaria que debe compensar lo anecdótico con una dosis de conocimiento y reflexión crítica. Manuel Valls ya lo hizo hace 60 años. Que no deslumbren las luces de un neonacionalismo; no hacen falta a una cultura tan importante como la catalana que habla de tú a tú al mundo.
La Associació Joan Manén en su décimo año celebró los 50 años de la muerte de su homenajeado, un músico relevante, violinista, compositor, impulsor de ostentosos proyectos siempre identificados con su nombre: un auditorio (templo al estilo Bayreuth) en la austera Barcelona de posguerra, ciclos de conciertos Manén en el Palau, volúmenes de autobiografía…, un verdadero personaje. Y con una obra musical relevante que va desde la bellísima sardana Camprodón –con la que se podría haber comenzado el homenaje– hasta sencillas canciones populares con sensibilidad en el piano, obras sinfónicas, o piezas escénicas (óperas) de inspiración grecoromana, y naturalmente piezas para su instrumento del que era virtuoso, el violín. Manén desarrolló su carrera de éxito –al igual que Gaspar Cassadó, por ejemplo– en una Europa casi sin cesar en guerras entre 1914 y 1945, incluida la de España, y durante la cual no dejó de actuar, al igual que el cellista, en los llamados “territorios liberados” por las tropas de Franco. Su relación temprana con Alemania, donde aplaudían a este “nuevo Sarasate”, le valió una cercanía con ese país donde fue celebrado por las jerarquías nazis. Tiempos en que grandes hombres (Pau Casals o Robert Gerhard también catalanes) hacían oír sus voces en el exilio donde murieron. Todavía en 1966 el régimen concede a Manén de manos de Manuel Fraga la Gran Cruz de la Orden al Mérito Civil, que agradece al “jefe del estado, nuestro glorioso y victorioso caudillo”, amablemente en castellano. Interesante señalar el apoyo de la Conselleria de Cultura que enaltece en su presentación virtudes y auditorio de Manén en la calle Balmes, pero se deja destruir el de Granados en la Avinguda del Tibidabo.
En lo musical, escuchamos cuatro canciones de Manén y una decena de sus contemporáneos, homogéneas en estilo, y dos de Cervelló y Brotons, por once pianistas y voces en una propuesta de altibajos, marcada por lo reivindicativo. Josep-ramón Olivé cantó Cervelló y Ricard Lamote, David Alegret cerró con la popular El Rossinyol de Manén; estupendos Albéniz y Mompou por Elena Copons, y mucho más… en un acto de dos horas con parlamentos, con respetuosa distancia pandémica, pero en estas circunstancias es básico que se renueve el aire, según las variables número de personas, volumen y tiempo.