Trump logra la absolución en su segundo ‘impeachment’
Los republicanos arropan al expresidente y niegan que incitara el asalto
El expresidente de EE.UU. Donald Trump fue absuelto este sábado por el Senado del segundo impeachment al que tiene que hacer frente, esta vez por el asalto al Capitolio.
Se repite el titular: Donald J. Trump, absuelto. El segundo juicio político por el impeachment del 45.º presidente de Estados Unidos acabó como el primero, con un veredicto absolutorio que le libera oficialmente de la acusación de incitar a la insurrección contra el Capitolio. El apoyo republicano le dio una protección que no le librará del juicio de la historia. El tiempo dirá si su partido, absolviendo a Trump, no se ha condenado a sí mismo.
Tras cinco días de debates, 57 senadores lo consideraron “culpable” –entre ellos, siete republicanos– y 43, todos conservadores, lo declararon “no culpable”. Es, así, el impeachment más breve y con más apoyos de los dos partidos de la historia aunque no se alcanzó la mayoría de dos tercios que precisa un veredicto condenatorio. Desde Florida, el expresidente celebró su victoria. “Nuestro movimiento (...) para hacer América grande de nuevo no ha hecho más que empezar”, dijo.
Para sorpresa de todos, tras la votación, su líder en el Senado Mitch Mcconnell tomó la palabra para decir que “no hay ninguna duda de que Trump es moralmente responsable” por los hechos y no tomó medidas para “restaurar el orden”. “Estuvo viendo alegremente la televisión mientras el caos se imponía”, criticó. Sin embargo, en su opinión juzgarle ahora era “contrario a la Constitución”, de ahí su voto absolutorio, defendió en un gran ejercicio de contorsionismo político.
El suspense no había sido hasta ahora uno de los ingredientes del juicio pero ayer, al comienzo de su quinta y última jornada, el proceso dio un vuelco inesperado: el Senado aprobó por 55 votos a favor y 45 en contra la petición de la acusación de llamar a declarar a testigos. La citación abría por sorpresa la puerta a una discusión más profunda sobre la actitud de Trump ante el asalto al Capitolio. La noticia pilló por sorpresa a todos los senadores. No se esperaba que los fiscales –nueve congresistas designados por la Cámara Baja, que lanzó el proceso– anunciaran a última hora que querían interrogar a la congresista republicana Jaime Herrera Beutler.
La víspera, tras el largo tira y afloja en el Senado sobre hasta qué punto Trump sabía que los legisladores corrían peligro y el sentido de sus mensajes, Herrera Beutler se reafirmó en sus declaraciones sobre la conversación entre su jefe de filas, Kevin Mccarthy, y Trump en pleno ataque. El expresidente, sostiene, se puso del lado de los asaltantes.
El caos se apoderó del Senado. Los abogados de Trump y los republicanos se lo tomaron como una declaración de guerra. Despreciaron por “irrelevante” lo que hubiera dicho tras el ataque y amenazaron con llamar a “cientos” de testigos, entre ellos la vicepresidenta Kamala Harris y Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara Baja. La ultraderechista Marjorie Greene se refirió a su colega Herrera Buetler como una marioneta de los demócratas y alertó de “75 millones de seguidores” de Trump los vigilan.
A la luz de los precedentes históricos, el proceso amenazaba con alargarse días o semanas más allá de lo previsto, lo que habría complicado el plan del presidente Joe Biden de negociar un nuevo programa de rescate con el Senado. Tras varias horas de discusiones internas, la jornada dio otro volantazo. La acusación renunció a sus planes y pactó con la defensa limitarse a incluir comontaña mo prueba la declaración escrita de Herrera Buetler, en lugar de llamarla a declarar. Los abogados de Trump tampoco citarían a ningún testigo. Y así, después de tener tres horas al Senado montado en una rusa, las partes pasaron a hacer sus alegatos finales.
El congresista Jaime Raskin, en su papel de fiscal, imploró a los senadores la condena a Trump. No solo encendió las llamas de la insurrección sino que “no trató de apagarlas”, insistió Raskin, que presentó como pruebas de su intencionalidad su negativa a prestar ayuda o los ataques en Twitter a su vicepresidente, Mike Pence, en pleno asalto.
“Un presidente no puede incitar una insurrección en sus últimas semanas e irse como si nada hubiera ocurrido. Pero esa es la norma que quieren adoptar”, advirtió a los republicanos otro de los fiscales, el congresista demócrata Joe Neguse. Como parte de las pruebas contra Trump, se leyó la declaración de Herrera Beutler, que sostiene que cuando al fin Mccarthy localizó a Trump y le pidió que condenara el ataque, “lo primero que hizo fue repetir la mentira de que los antifascistas habían entrado en el Capitolio”. Mccarthy le corrigió y le dijo que los insurrectos eran sus simpatizantes. “Bueno, Kevin, supongo que esa gente está más enfadada
CAOS EN EL SENADO
La última jornada del juicio comenzó con un giro inesperado: la citación de testigos
CONTORSIONISMO POLÍTICO
Aunque lo absolvió, Mcconnell considera que es “moralmente” responsable del ataque
que tú con las elecciones”, respondió el presidente, según Herrera Beutler, que ya lo contó antes para explicar su apoyo al impeachment.
“Hay momentos que están por encima de los intereses políticos de los partidos, que requieren que pongamos al país por delante, porque las consecuencias de no hacerlo son solamente demasiado grandes”, insistió Neguse. Los demócratas veían el proceso como una oportunidad para fijar en la memoria del país los graves sucesos del 6 de enero, frente al deseo de muchos republicanos de pasar página sin ahondar en su causa o consecuencias. “¿Esto es América? ¿Qué tipo de América vamos a ser? Ahora está literalmente en sus manos. Buena suerte al Senado de EE.UU.”, zanjó Raskin. “Nuestro país y el mundo saben quién es Donald Trump. Este es un juicio a quiénes somos”.
El hecho de que algunos de los participantes hubieran planificado de antemano sus acciones significa que no se puede responsabilizar a Trump por el discurso que dio ese día, sostuvo su defensa. “El acto de incitación nunca ocurrió”, aseguró Michael van der Veen, que centró sus argumentos en el derecho a la libre expresión. “ninguna persona imparcial” puede leer el texto y creer que estaba alentando la violencia, insistió. “¡Excúlpenlo y defiendan la Constitución!”, rogó Van der Veer a los senadores.
Los siete republicanos que se desmarcaron del voto absolutorio de su partido fueron Susan Collins, Richard Burr, Bill Cassidy, Ben Sasse, Lisa Murkowski, Pat Toomey y, también, Mitt Romney, el único conservador que en el 2020 votó a favor del impeachment. El Senado se disolvió como tribunal y de inmediato se declaró en sesión. Absuelto Trump, no exploró ninguna de las hipotéticas acciones de castigo que quedaban teóricamente, un voto de inhabilitación ni, como algunas voces pedían en especial a los republicanos, un voto de censura.
El senador Mcconnell sugirió que corresponde a la justicia ordinaria juzgar a Trump. De una forma u otra, el Capitolio ha vuelto a exonerarlo. “Estoy convencido de que será condenado en el tribunal de la opinión pública, de hecho ya lo ha sido a ojos del pueblo americano y de la historia”, sentenció el líder del Senado, el demócrata Chuck Schumer. Si alguna vez vuelve a presentarse a un cargo público, “espero que el pueblo americano responda con un rechazo inequívoco”.
ALEGATO FINAL
“Los fiscales les están contando un cuento” para vengarse, alega la defensa