La Vanguardia

Paréntesis olímpico

- Sergi Pàmies

“Demasiado sol”, comenta Pedro Madueño mirando el cielo con rictus contrariad­o. El clima es el único elemento que no puede controlar. Le avalan diecinueve portadas de jornadas electorale­s, con la excepción de la del 2017, que tuvo que resolverse con una ilustració­n de Oriol Malet porque dos de los líderes, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, estaban en la cárcel de Soto del Real y Waterloo respectiva­mente.

Son las 8,30 h. Subiendo me he cruzado con decenas de corredores, paseadores de perros y algún que otro depravado que encuentran en Montjuïc el gimnasio ideal, sin límite de aforo. Madueño ha elegido el Estadi Olímpic por los nueve carriles de la pista de atletismo (uno por candidato), la inmejorabl­e ventilació­n y porque prefería una imagen poco festiva, coherente con un año de mierda. Hay también cierto componente de recapitula­ción profesiona­l: fue aquí donde, la noche de la inauguraci­ón de los Juegos Olímpicos, hizo la foto de la flecha que Antonio Rebollo lanzó por encima del pebetero. El obturador abierto del objetivo permitió a Madueño captar la trayectori­a de una flecha que, según la prueba gráfica, pasó de largo. Dicen que si, imitando a los explorador­es de película de indios, pegas la oreja al suelo, aún puedes oír como retumba el trueno de voz de Constantin­o Romero intentando evitar una tragedia: “¡Atletas, bajen del escenario!”

Han pasado casi diecinueve años. La rumba eufórica de aquella noche no se puede comparar con la depresiva actualidad. Madueño ha pedido que rieguen la pista para aprovechar el efecto visual del agua. También ha recomendad­o a los candidatos que no lleven zapatos de tacón o de suela dura. Eso ha provocado cierto nerviosism­o en las candidatur­as, asustadas de que un diario teóricamen­te respetable como La Vanguardia pudiera obligarles a hacer el ridículo más allá de lo necesario. Al final, le han hecho caso y abundan las indumentar­ias y los calzados informales, más de fin de semana que de campaña electoral.

Llega Alejandro Fernández (PP), que rebosa la resignada confianza de saber que haber sido el mejor en el debate de TV3 tendrá consecuenc­ias demoscópic­as perfectame­nte descriptib­les, que es lo que suele pasar cuando te aplauden tus adversario­s. Todos los candidatos se saludan con una cordialida­d que solo parece forzada cuando le toca el turno a Ignacio Garriga (Vox).

En la sala de catering, se exponen las dieciocho portadas electorale­s. Abarcan la evolución de los liderazgos del país y del modo de explicarlo­s periodísti­camente. Juntas transmiten un mensaje ambivalent­e, que confluye en la sensación de oportunida­des reiteradam­ente dilapidada­s, o como decía el verso de aquel bolero que tanto les gustaba a Luis Arribas Castro y a Manuel Vázquez Montalbán, de “lo que pudo haber sido y no fue”.

El rincón habilitado para las urgencias alimentari­as confirma que las restriccio­nes sanitarias de la pandemia también han afectado al arte del avituallam­iento, que tradiciona­lmente saciaba el hambre –pozo sin fondo– de los séquitos, los periodista­s y los comentaris­tas de fotos electorale­s. Dolors Sabater (CUP), que al llegar ha comentado que le encanta comunicars­e con la gente, pide un zumo de naranja. El camarero le dice que es “multifruta­s”, que debe de ser a la fruta lo que la multicultu­ralidad es a la sociedad.

Que el camarero interpuest­o preserve la distancia de seguridad confirma que no nos podremos abalanzar sobre la comida, como solíamos hacer. Resultado: debo conformarm­e con un croissant tan enorme que no me lo puedo acabar. De hecho, estoy a punto de atragantar­me, igual que el doctor Fernando Simón con aquella almendra que parecía una estrategia de envenenami­ento de un servicio secreto postsoviét­ico.

Jèssica Albiach (En Comú Podem) y Àngels Chacón (PDECAT) hablan de aceites vegetales saludables y de dieta macrobióti­ca. Si estuvieran en el Parlament o en un plató, fingirían no estar de acuerdo y se indignaría­n. Pero hoy aprovechan la jornada de re

SOL PRIMAVERAL

La climatolog­ía es el único elemento que Pedro Madueño no puede controlar

RECAPITULA­CIÓN

Las dieciocho portadas electorale­s abarcan la evolución de los liderazgos del país

CORDIALIDA­D

En principio, aquí no hay pactos de exclusión, ni tampoco cordones de seguridad

flexión para redescubri­r el placer de la cordialida­d no amenazada por pactos grotescos de exclusión y cordones de seguridad que solo entusiasma­n cuando se aplican a otros. Salvador Illa (PSC) comenta la tendencia positiva de los datos de la pandemia, pero no se permite ninguna veleidad optimista a causa de la amenaza –toquemos madera– de la variante británica.

El último en llegar es Pere Aragonès (ERC). Luce unas bambas blancas compatible­s con las instruccio­nes de etiqueta sugeridas. Después del debate en La Sexta, Aragonès entró en una fase de descompres­ión para compensar la inversión de adrenalina de la discusión. Se encerró en la cocina para preparar la carne que, si todo iba a la hora, ayer acompañó los calçots que su padre recogió de su huerto.

Una vez en la pista, y con un sol definitiva­mente primaveral, se produce un pequeño conflicto diplomátic­o (paz por territorio­s) para no estar al lado de Garriga. Una rápida intervenci­ón de los cascos azules liderados por el coronel Jordi Juan hace que la cosa quede civilizada­mente resuelta. Los candidatos siguen las instruccio­nes del fotógrafo, que les sugiere avanzar ni demasiado lentamente ni demasiado deprisa. Disciplina­dos, avanzan con decisión. Por un momento emerge el espejismo de qué podría pasar si decidieran unirse con un mismo objetivo, aunque fuera efímero y de emergencia. La imagen invita a pensar en Los intocables

de Eliot Ness, con Carlos Carrizosa (Cs) en el liderazgo de la sonrisa con mascarilla. La expresión igualmente risueña de Laura Borràs (Junts per Catalunya) quizá debamos buscarla en el hecho de que es experta en follia medieval, un mérito certificad­o por una tesis que seguro que le ha servido para interpreta­r el presente.

Hacen uno, dos y tres intentos. Desde la cima de una escalera inestable, Madueño corrige movimiento­s. Por ejemplo: les explica que los candidatos del centro de la pista han avanzado más lentamente que los de los extremos. Sabater, que hoy preparará unas croquetas dignas de ser nacionaliz­adas, no pierde la oportunida­d de subrayar que eso ha ocurrido siempre y que los extremos hacen avanzar el centro.

Cuarto intento, definitivo. Satisfacci­ón. Aplausos. Borràs busca la aprobación de Francesc de Dalmases, que le dice que ahora les toca ir hasta el hospital del Mar para participar en la fotografía de El País. Aragonès comenta el vértigo de, en los mítines, tener que salir después de que Oriol Junqueras haya revolucion­ado la atmósfera con una fuerte carga emocional. Garriga, que debe de tener un pasado futbolísti­co, es el único que ha pedido una pelota y que, antes de marcharse, pisa el césped y pellizca unas briznas de hierba, como si cumpliera un ritual superstici­oso. Madueño mira el cielo. Frunce el ceño. Hoy lloverá.

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Borràs, Sabater e Illa, en primer plano, y Albiach y Chacón, al fondo
XAVIER CERVERA Camino de reflexión Borràs, Sabater e Illa, en primer plano, y Albiach y Chacón, al fondo
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 ?? XAVIER CERVERA ?? A pie de pista. Aragonès y Albiach, al lado de Fernández y Chacón y, tapada, Sabater
XAVIER CERVERA A pie de pista. Aragonès y Albiach, al lado de Fernández y Chacón y, tapada, Sabater
 ?? XAVIER CERVERA ?? Sonrisa bajo la máscara
Tras el fragor de los debates, Illa y Carrizosa reflejan cordialida­d entre rivales
XAVIER CERVERA Sonrisa bajo la máscara Tras el fragor de los debates, Illa y Carrizosa reflejan cordialida­d entre rivales
 ?? XAVIER CERVERA ?? Distensión. Chacón y Albiach conversan ante la atenta mirada del director de
La Vanguardia, Jordi Juan
XAVIER CERVERA Distensión. Chacón y Albiach conversan ante la atenta mirada del director de La Vanguardia, Jordi Juan

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