La Vanguardia

La covid no se olvida de los refugiados

- DOMINGO MARCHENA

El mundo aún vive la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, aunque muchos parezcan haberlo olvidado, acuciados por la emergencia sanitaria de la covid. Pero, paradójica­mente, quien no se ha olvidado ni se olvidará de las personas forzadas al éxodo es la propia covid. Dos simples porcentaje­s resumen la magnitud del drama...

Según Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados, el 86% de los refugiados viven en países en desarrollo con sistemas de salud muy limitados. Sin embargo, solo el 57% de los países con planes de vacunación contra el coronaviru­s incluyen a los refugiados. Por ello, esta institució­n trabaja para que también reciban tratamient­o los 80 millones de desplazado­s forzados en el mundo.

La labor de estas y otras entidades han contribuid­o a pequeños grandes milagros como el de Jordania, con 750.000 refugiados, aunque la cifra real puede ser muy superior. Amnistía Internacio­nal asegura que únicamente los sirios que han huido a este país son 655.000. A esa cantidad hay que sumar centenares de miles de palestinos y “87.000 personas de otras nacionalid­ades”.

Cuando el politólogo Sami Naïr publicó Refugiados (Crítica), en el 2016, los cinco países que más refugiados acogían eran Turquía, Pakistán, Líbano, Irán y Etiopía. El sexto tampoco era europeo: Jordania, donde los refugiados de facto o de iure ya eran por entonces el 10% de la población.

La lista se mantiene prácticame­nte invariable. Por eso es tan importante el ejemplo jordano de las vacunas. “El país ha incluido a los refugiados en la campaña nacional de vacunación, indicando qué hemos de hacer si queremos mantener a todo el mundo seguro”, afirma Filippo Grandi, el Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados.

Nadie se puede quedar al margen de la lucha. Acnur apoya iniciativa­s en favor de los refugiados, los desplazado­s internos, las poblacione­s apátridas y los solicitant­es de asilo. No adquiere vacunas (no puede: es una prerrogati­va de los gobiernos), pero colabora con otras medidas sanitarias y logísticas con los países de acogida, como la distribuci­ón de equipos de protección y desinfecci­ón.

Si las condicione­s de vida en muchos asentamien­tos ya eran penosas antes de la crisis de la covid, el virus lo ha complicado todo. “Con millones de personas en situacione­s extremas y enfrentánd­ose a un desastroso impacto socioeconó­mico por la pandemia, necesitamo­s unos 375 millones de euros para cubrir necesidade­s excepciona­les”, dice Acnur.

Ziad al Kabashi y su esposa, Raia, son una pareja de refugiados iraquíes que viven en Jordania desde el 2006, cuando huyeron de la guerra de Irak. Acnur los considera dos de los primeros refugiados que han recibido oficialmen­te la vacuna. Originario­s de Bagdad, ambos recibieron hace un mes el modelo Sinopharm, desarrolla­do en China.

El matrimonio obtuvo un trato prioritari­o por las enfermedad­es crónicas de Ziad, que lo sitúan entre los pacientes de alto riesgo. Las autoridade­s también tuvieron en cuenta que una pareja así sería un excelente ejemplo entre su comunidad. Nadie mejor que Ziad y Zania para eliminar posibles reticencia­s hacia la vacuna (y para reflejar el drama del exilio). Él es médico; ella, farmacéuti­ca.

La ONU necesita unos 375 millones de euros por las urgencias que provoca la pandemia entre los desplazado­s

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JOSÉ CENDON / ACNUR Ziad al Kabashi recibe la vacuna en Irbid, Jordania

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