La Vanguardia

El cine convierte el Pirineo de Huesca en el Himalaya

Cormenzana traslada el Himalaya al Pirineo en una cruda película de coraje y superación

- JAVIER RICOU

Lo más difícil para un alpinista, contaba Juanjo Garra, no es conquistar un ocho mil. El momento más complicado, decía este montañero muerto en mayo del 2013 durante el descenso tras haber pisado la cima del Dhaulagiri, “es la despedida de tu familia; cuando cierras la puerta de casa y no sabes si volverás”. Y repetía: “Si te rompes una pierna por encima de los 7.600 metros, las probabilid­ades de salir con vida son muy escasas, aunque tus compañeros hagan lo imposible por rescatarte”.

Juanjo, con alma de alpinista, se quedó en el cielo del Himalaya y esa cordillera que tan bien conocía se ha trasladado ahora durante unas semanas –es la magia del cine– al Valle de Benasque. Esas montañas del Pirineo de Huesca han sido elegidas por el director y productor Ibon Cormenzana (Jaizkibel, Los totenwacke­rs y Alegría, tristeza) para rodar buena parte de las escenas de su cuarta película: La cima.

Patrica López Arnaiz (Ane, La peste, La otra mirada) y Javier Rey (Fariña, El verano que vivimos ) son los protagonis­tas de esta historia de coraje, superación, retos a priori imposibles, promesas (todo lo que los alpinistas cargan siempre en sus mochilas) y quizás... amor.

Ione (Patricia) y Mateo (Javier) se encuentran en el Annapurna, uno de los ochomiles más difíciles de conquistar del mundo. Ambos aseguran haberse puesto en la piel de alpinistas de élite –esa liga en la que Garra ocupaba un lugar destacado– que un día encontraro­n en esas altitudes de vértigo (como les pasará a Mateo e Ione,) su razón de existir y el principal motivo para vivir. Ahí no hay nada imposible.

La Vanguardia se pudo colar, o al menos acercarse, este pasado viernes al set donde se ruedan las últimas escenas de La cima. La acción transcurrí­a en una tienda de campaña y las secuelas que deja el extremo frío –milagros del maquillaje– ese día de rodaje en los rostros de Ione y Mateo hace presagiar que nada bueno pasaba tras las telas de esa tienda. Es solo una presunción, sin ninguna prueba.

Y hasta aquí se puede leer. El hermetismo del equipo de filmación sobre el desenlace de la trama es total. Así que lo prudente es ir al inicio de la historia. Y en ese punto de partida el papel principal lo interpreta Ibon Cormenzana, vasco afincado en Barcelona, que además de ser el director de la película es autor del argumento, reconverti­do después en guión por Nerea Castro (Mentiras pasajeras).

“Lo que he querido contar en esta película es que los retos ayudan a reconectar­se con la vida y esto pasa cuando se alcanza esa cima que uno se ha propuesto conquistar. No hay nada imposible”, responde Ibon al preguntarl­e cómo surgió esta historia. Es un amante de la montaña y en el alpinismo ha encontrado valores perdidos en esa sociedad que solo camina a ras de suelo.

Esa generosida­d, compañeris­mo, solidarida­d y coraje que florecen en condicione­s extremas (“valores cada día más escasos en nuestro día a día”, reitera Ibon) explosiona­rán en la relación imprevista y no buscada entre Mateo e Ione. El es un arquitecto que vive mirando al mar muy conciencia­do con todo aquello que habla de sostenibil­idad; ella una experta alpinista criada en la montaña que ha conquistad­o ya catorce ocho miles y que, por motivos no desvelados, se ha autosecues­trado en una cabaña al pie del Annapurna.

Mateo –“no soy un lerdo en alta montaña”, se apresura a precisar, Javier Rey– se hace una promesa: conquistar el Annapurna. “Sabe que es un reto difícil porque ha hecho algunas ascensione­s a picos menos peligrosos; pero el reto marcado es, en esos momentos, vital en su vida y se propone alcanzarlo por algo que le ha pasado”, añade Javier Rey. Más suspense. El actor no revela que le empuja a volar al Himalaya para cumplir esa arriesgada promesa.

Sí que puede contarse que Mateo conoce a Ione tras sufrir un grave accidente durante el ascenso a esa cima. Ione, “que se ha quedado en esa montaña porque nada le anima a recuperar su antigua vida”, revela Patricia López Arnaiz, le salvará la vida.

Ione no esconde que le sorprende, por su experienci­a en esas latitudes, que alguien como Mateo haya hecho la promesa de conquistar el Annapurna. “Y quiere ascender por la cara sur, la más peligrosa”, revela Ibon Cormenzana.

“La cima, además de un ascenso a un pico es un viaje emocional, una historia de superación”, repite el director. Ibon estaría encantado si el espectador se convence tras ver esta película, “que cualquier

ENCUENTRO INESPERADO DE MUCHA ALTURA

Patricia Pérez Arnaiz (Ione) y Javier Rey (Mateo) vuelven a renacer en el Annapurna

VALORES DESAPARECI­DOS A RAS DE SUELO

La solidarida­d del alpinismo de élite llega al cine como ejemplo para alcanzar retos imposibles

meta que uno se proponga puede alcanzarse si se dejan aparcados los miedos”. Mateo lo conseguirá con la entregada ayuda de Ione.

Esos dos alpinistas, “que no habrían conectado de encontrars­e en la calle de una gran ciudad”, apunta Javier Rey, llevan en sus mochilas una carga extra muy pesada: piedras de su pasado. La pareja convive durante días en la cabaña que Ione (una borda del pueblo de Liri, cercano a Castejón de Sos) ha convertido en su casa.

¿Ayudará Ione a Mateo a cumplir su promesa? ¿Correrá esa experiment­ada alpinista el riesgo que supone esa ascensión a un Annapunra que no perdona, con un amigo de escalada sin la experienci­a suficiente? Son preguntas que quedan en el aire y que nadie responde en la conversaci­ón de La

Vanguardia con el director y los dos protagonis­tas de La Cima, producida por Arcadia Motion Pictures, Aixerrota Films, Lazona Produccion­es, Dorothy Films AIE en coproducci­ón con Noodles Production. Cuenta con la participac­ión de EITB y TV3 y con el apoyo del Gobierno vasco.

La complicida­d que se respira durante ese encuentro con los protagonis­tas de esta historia –que recuerda a la vivida por los alpinistas en sus retos más difíciles– es total. Hay buen rollo. Una prueba de que el rodaje, a punto de acabar, ha salido rodado. El estreno está previsto para el 2022”.

La covid ha condiciona­do el rodaje y aún quedan escenas por grabar en Bilbao y en la misma falda del Annapurna. Ha sido un trabajo duro en exteriores, en el corazón del Pirineo y en plena Filomena. La mayoría de las escenas de riesgo –dobladas por el alpinista, Jordi Tosas, vecino de Bonansa– se han grabado en Francia.

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ALBERT PASCUAL
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ALBERT PASCUAL
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LAURA CUSÍ El rodaje ha sido muy duro en algunas escenas, con nieve de sobras por Filomena
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Filmación en la cabaña Ione se sorprende que alguien como Mateo intente alcanzar la cima del Annapurna. Pero tras salvarle la vida en su aventura solitaria y llevarlo a su cabaña, le ayudará a conseguir ese reto
Ponerse en el papel Patricia López Arnaiz (Ione) revela que algunas escenas (abajo a la derecha, con Javier Rey (Mateo) se grabaron con temperatur­as de menos 17 grados. Eso les ayudó a ponerse en el papel
Exteriores de película El Valle de Benasque (imagen izquierda) ha latido por unas semanas como el Himalaya. Las localizaci­ones para ubicar esta historia son rincones espectacul­ares del Pirineo aragonés Filmación en la cabaña Ione se sorprende que alguien como Mateo intente alcanzar la cima del Annapurna. Pero tras salvarle la vida en su aventura solitaria y llevarlo a su cabaña, le ayudará a conseguir ese reto Ponerse en el papel Patricia López Arnaiz (Ione) revela que algunas escenas (abajo a la derecha, con Javier Rey (Mateo) se grabaron con temperatur­as de menos 17 grados. Eso les ayudó a ponerse en el papel

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