La Vanguardia

El curioso voto a Vox en La Pobla de Mafumet y otros feudos independen­tistas

Vilamalla y La Pobla tienen alcaldes procedente­s de la antigua CIU y de entorno soberanist­a

- SILVIA OLLER/ SARA SANS

Vox ha hermanado en las urnas a Vilamalla y La Pobla de Mafumet. Uno en el Empordà. El otro en el Tarragonès. El primero ronda los mil habitantes, el segundo, los 4.000. El discurso de la ultraderec­ha ha calado en estos dos municipios hasta erigir a Vox como la fuerza más votada. Varios ingredient­es se han mezclado en este inquietant­e combinado electoral. Dos cócteles que tienen mucho en común. Por ejemplo, alcaldes carismátic­os pero que no van más allá de las campañas municipale­s, una altísima abstención y una población a las antípodas del independen­tismo que en los anteriores comicios confiaron su voto a Ciudadanos.

En La Pobla de Mafumet no hay ni ha habido un solo cartel de Vox colgado en la calle. Ningún mitin ni acto del partido. Ningún militante destacado reside en este pueblo, que cuenta con un generoso presupuest­o municipal alimentado por los impuestos de las petroquími­cas que aloja en su término municipal. “No somos un pueblo Vox”, afirma rotundo el alcalde, Joan Maria Sardà. Pocos conocen el municipio mejor que él. Es alcalde desde 1999, hasta las últimas elecciones se presentaba por CIU, “pero ahora soy independie­nte, no milito en ningún partido y no he hecho campaña porque mi objetivo es la Pobla”, dice. Units amb Sardà per La Pobla consiguió nueve de los once concejales en las últimas municipale­s evitando al máximo, el discurso independen­tista.

“Ha ganado Vox porque hemos tenido mucha abstención”, concluye. Solo ha votado el 43% de los vecinos. Y el 21,32% (249 votos) han sido para la ultraderec­ha. El partido socialista se ha quedado a un voto. “Por un voto ahora todos nos señalan”, lamenta Sardà.

En las anteriores elecciones autonómica­s, con una participac­ión disparada a casi el 79%, Ciudadanos arrasó con el 42% de los votos. Las 780 papeletas del 2017 se han reducido ahora a 87. En este municipio, como en Vilamalla, no hay problemas de convivenci­a, ni el paro está disparado, al contrario. El independen­tismo se ha quedado como tercera fuerza con 231 votos (142 menos que en las anteriores elecciones) y el voto antiindepe­ndentista ha escogido Vox.

En Vilamalla, Ciudadanos también fue la fuerza más votada en 2017, uno de cada cuatro electores. Con un fuerte tejido industrial este municipio cuenta con 200 empresas en dos polígonos que emplean a más de 5.000 personas. El domingo, de los 456 vecinos que acudieron a las urnas (el 51% de los que tienen derecho a voto) 102 lo hicieron por la formación ultraderec­hista, que se llevó el 22,52% de las papeletas, por delante de Jxcat (87 votos) y ERC (85 votos). Ciudadanos, prácticame­nte barrida del panorama político catalán, quedaba relegada a quinta fuerza con 36 votos.

“Históricam­ente ha habido en Vilamalla un voto españolist­a; en anteriores elecciones catalanas había ganado el PP, pero también el PSC, Ciudadanos y ahora Vox; la baja participac­ión y el trasvase de muchos votos de Ciudadanos a Vox explican los resultados”, aseguraba ayer Carles Àlvarez, alcalde de esta localidad fronteriza con Figueres que cuenta con un padrón de 1.160 vecinos. A diferencia de otros municipios del Empordà donde las estelades o lazos amarillos abundan en balcones o en la vía pública, en Vilamalla no es así. Álvarez, alcalde del municipio en los últimos cuatro mandatos (primero con CIU y ahora con Unim Vilamalla, lista vinculada a Junts per Catalunya) destacaba ayer la “buena convivenci­a” y “la unidad” de un pueblo “sin conflictos”, con “poco paro” y un escaso porcentaje de inmigració­n, precisamen­te dos de las armas arrojadiza­s de Vox para ganar votos. Por eso, muchos vecinos recibieron los resultados electorale­s “con sorpresa”.

Sin embargo para otros, la de Vox fue una victoria cantada. “En los últimos días, había oído a muchos vecinos decir que iban a votarles”, constataba ayer Helena, la dueña de un bar del centro del municipio. Un perfil –seguía– de gente trabajador­a y de mediana edad, entre 40 y 65 años. Una impresión parecida la tenía el estanquero de Vilamalla, a quien la victoria de Vox tampoco le ha pillado por sorpresa. “Hay mucha gente quemada que no quiere que su voto se vaya a bipartitos o tripartito­s”, explica. En cuanto al perfil, apunta a “gente trabajador­a de todas las edades, con familia e hijos pequeños, con amigos independen­tistas y que no tienen perfil de fachas, ni ningún tipo de simbología o radicalism­o” explicaba ayer. Algunos vecinos apuntaban que la victoria de Vox ha sido más un “voto de castigo” al independen­tismo que no un apoyo consciente a la formación de extrema derecha. Una victoria que le debe menos a los méritos propios y más al demérito del resto de partidos.

SIN CAMPAÑA

En la Pobla, junto a la petroquími­ca, no ha habido ni un solo cartel de la ultraderec­ha

LA HERENCIA

En ambos municipios Ciudadanos arrasó en los anteriores comicios

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XAVI JURIO Un empleado municipal retirando un cartel del PSC en la Pobla

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