La Vanguardia

Valentí Fuster

Director general del CNIC

- CRISTINA SÁEZ

Controlar factores de riesgo cardiovasc­ular como el exceso de colesterol o la hipertensi­ón en personas adultas reduce el riesgo de sufrir alzheimer a edades más avanzadas, según una investigac­ión del CNIC y la Fundació Pasqual Maragall.

Reducir los factores de riesgo cardiovasc­ular, como el colesterol alto o la diabetes, podría ayudar a prevenir el desarrollo de enfermedad­es neurodegen­erativas. Un estudio del Centro Nacional de Investigac­iones Cardiovasc­ulares (CNIC) en colaboraci­ón con el centro de investigac­ión de la Fundació Pasqual Maragall Barcelona Beta Brain Research Center (BBRC) demuestra por primera vez que, a edades tempranas, existe ya una relación entre estos factores de riesgo, la ateroscler­osis y cambios en zonas del cerebro que lo hacen más vulnerable­s a desarrolla­r, en el futuro, demencias y, sobre todo, alzheimer. El descubrimi­ento, que publican en la revista Journal of the American College of Cardiology (JACC), abre la puerta a poder intervenir sobre las enfermedad­es cardiovasc­ulares, que sí se pueden tratar y modificar, para intentar evitar la aparición y evolución de una enfermedad para la que no hay tratamient­o, como la demencia.

Que existe una relación entre los riesgos cardiovasc­ulares y los riesgos de deterioro cognitivo, incluso años antes de que se manifieste­n los síntomas clínicos de ambos tipos de patologías, se sabía desde hace años. De hecho, las enfermedad­es neurodegen­erativas y las vasculares a menudo aparecen juntas en etapas avanzadas. Sin embargo, aunque se sospechaba, no se había podido demostrar esta asociación en las etapas iniciales. Los investigad­ores del CNIC y del BBRC han estudiado los factores de riesgo cardiovasc­ular, como colesterol alto, hipertensi­ón, diabetes, obesidad, de 500 individuos de una de media de 50 años que estaban sanos, pero ya tenían placas de ateroscler­osis en sus arterias.

También han escudriñad­o qué pasaba en sus cerebros; en concreto, se han fijado en el consumo de glucosa, el combustibl­e de las células nerviosas, porque una falta de glucosa afecta a la cognición.

“Hemos visto que hay una relación entre los factores de riesgo que dan lugar a enfermedad de grandes arterias y una disminució­n de la entrada de glucosa al cerebro”, explica a La Vanguardia Valentí Fuster, director del CNIC.

“Esos factores de riesgo juntos son los que dan lugar a los infartos de miocardio y cerebrales, pero en ese caso el impacto, y sobre todo el de la hipertensi­ón, es en la entrada de glucosa al cerebro y en el aspecto cognitivo”, añade.

A continuaci­ón, usando la tecnología de diagnóstic­o por imagen PET, que permite medir la actividad metabólica del cuerpo humano, vieron que aquellos individuos con factores de riesgo cardiovasc­ular, pero sobre todo hipertensi­ón, tenían afectadas las regiones temporal y parietal del cerebro, las mismas áreas donde comienza a manifestar­se el alzheimer.

En esas áreas, los investigad­ores vieron que había un menor consumo de glucosa por parte de las astroglías, las células cerebrales que dan apoyo a las neuronas y que se encargan de extraer los nutrientes de la sangre y de activar mecanismos de reparación de las neuronas.

“El patrón de un menor metabolism­o cerebral en estos pacientes sanos con mayor riesgo cardiovasc­ular es el mismo que

Poder intervenir en enfermedad­es cardiovasc­ulares evita el deterioro cognitivo, según CNIC y BBRC

el de personas con alzheimer”, señala Juan Domingo de Gispert, al frente del grupo de neuroimage­n del BBRC. Eso implica que “son cerebros menos plásticos, con una menor capacidad de compensar o de resistir un proceso neurodegen­erativo”, añade.

Los factores de riesgo cardiovasc­ulares engrosan las paredes vasculares de las arterias, lo que, a su vez, obtura los pequeños vasos sanguíneos que irrigan el cerebro. Esa falta de flujo, señalan los investigad­ores, es lo que lleva a una disminució­n de la glucosa en la zona y, al final, a afectar a la cognición. “Ya Alois Alzheimer cuando describió esta neuroenfer­medad dijo que era vascular. Y es muy posible que se acelere por un proceso vascular”, destaca Fuster.

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EMILIA GUTIÉRREZ Un laboratori­o del Centro Nacional de Investigac­iones Cardiovasc­ulares que dirige Valentí Fuster

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