La Vanguardia

Sarunas Jasikevici­us

Entrenador de baloncesto

- Luis Buxeres

El entrenador lituano (44) ha cosechado su primer gran éxito en el banquillo del Barça ganando la Copa del Rey ante el Real Madrid. Uno de sus grandes méritos está siendo que todos los jugadores de la plantilla se sientan importante­s.

Mediado el segundo cuarto de la final de la Copa del Rey, en el mejor momento del Barça, se produjo una escena que ejemplific­a a la perfección cómo es Sarunas Jasikevici­us y qué es lo que intenta transmitir a sus jugadores, una misión que va por muy buen camino. Tavares vio un pasillo en la zona y decidió avanzar hacia la canasta para lograr dos puntos fáciles. Pero Mirotic fue más listo y se plantó en su camino, forzando una falta en ataque. Balón perdido para el Madrid. Balón recuperado por el Barça. La reacción de Jasikevici­us fue furibunda. Se le puso roja la cara, las venas le iban a explotar y apretó los puños como si tuviera ganas de romper algo. Parecía muy enfadado pero nada más lejos de la realidad. Estaba eufórico. “¡Sí, sí, sí! ¡Así se hace!”, gritó antes de darle una patada a la valla de publicidad. Pero no de rabia, de absoluta satisfacci­ón.

Más allá de su libreto táctico, el gran mérito del lituano está siendo convencer a todos los jugadores de su manera de entender el baloncesto y conseguir que toda la plantilla se sienta importante. Quizás este es el mayor cambio respecto a la última etapa vivida en el Palau, en la que un Pesic con una visión más clásica de trabajar ponía todo el peso sobre los más veteranos. Desde el primer día, Jasikevici­us entendió que si quería llegar al éxito iba a tener que contar con todos. Aunque eso significar­a que jugadores con nula o poca experienci­a en momentos de presión tuvieran que jugar minutos importante­s, que es exactament­e lo que está sucediendo esta temporada.

Hay tres casos concretos que confirman que a Jasikevici­us no se le caen los anillos por dar cancha a jugadores que hasta ahora apenas habían podido aportar nada al equipo. Son los de Bolmaro, Smits y Pustovyi, que ya han jugado más partidos en media temporada con el lituano que en todo el curso pasado. Y no solo eso, disputando más minutos por partido y en momentos decisivos. Smits, por ejemplo, se ha convertido en un recambio de garantías para Mirotic y se le ve mejor jugador en cada partido. En la final de Copa fue el segundo máximo anotador del Barça (13) jugando casi 22 minutos, algo imposible de imaginar hace tan solo unos meses. De hecho, en la última final de la Liga, en junio pasado, ni siquiera pisó el parquet.

Los jóvenes también juegan un papel importante en este nuevo Barça. La difícil coyuntura actual impidió al club hacer demasiados esfuerzos en verano para reforzar al equipo. Se fichó a Calathes, uno de los mejores bases de Europa, y la tormentosa salida de Heurtel, un jugador que no ha dejado muy buen poso en el vestuario, abrió la puerta de entrada a Westermann. Pero, en cambio, hasta cinco jugadores abandonaro­n el Palau: Tomic, Ribas, Pangos, Delaney y el propio Heurtel. Unas ausencias que Jasikevici­us ha tenido que cubrir con ingenio y valor. Ahí están los debuts de Sergi Martínez (en Euroliga), de Brancou Badio, de Badji y de Caicedo. Sea por necesidad o por convencimi­ento, al lituano no le ha temblado el pulso en ningún momento para contar ellos. Los jóvenes, por cierto, fueron los que llevaron la voz cantante en las celebracio­nes coperas, que duraron hasta la llegada al Palau de madrugada.

Pero el trabajo de Jasikevici­us no se limita a los jóvenes. Ha construido un hábitat en el que las estrellas también están cómodas. A Mirotic le cuida con especial mimo y el montenegri­no está respondien­do a la perfección (es el jugador más valorado de toda la Euroliga con 21,9, por ejemplo). Y con Higgins ha sido capaz de rescatar su mejor versión, la de jugador total, convertido el california­no en el MVP de la Copa. Y todo ello haciéndole­s jugar casi 5 minutos menos de media por partido respecto a la temporada pasada.

Aunque Jasikevici­us quiera huir

Tras años de dominio blanco, la llegada del lituano al Barça parece amenazar el statu quo

de euforias, el triunfo del Barça en la Copa con tanta superiorid­ad sobre el Real Madrid ha provocado también que la expresión “cambio de ciclo” comience a asomar la cabeza por los corrillos del baloncesto. La sensación que se transmite en el Palau es de un proyecto de presente y futuro, con todo lo que ello implica. Pero aún es pronto para sacar conclusion­es. Eso sí, a modo de recordator­io, mencionar a Josep Maria Bartomeu, presidente que fichó al lituano, y a los dos gestores del equipo en los despachos: Albert Soler y Nacho Rodríguez, ambos eufóricos en el Wizink. Al César, lo que es del César.

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 ?? DANI DUCH ?? El abrazo entre Mirotic y Higgins escenifica la alegría y la cohesión que se vive en el Barça
DANI DUCH El abrazo entre Mirotic y Higgins escenifica la alegría y la cohesión que se vive en el Barça
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