La Vanguardia

El retorno del socialismo catalán

- Pablo Simón

A diferencia del 2017, las perspectiv­as eran halagüeñas para el PSC. La pérdida de importanci­a de la agenda territoria­l (incómoda para los socialista­s) o estar en la Moncloa desde el 2018 hacían que su marca cotizara al alza. La designació­n de Salvador Illa como candidato sirvió para disparar todavía más su tendencia previa de crecimient­o. De hecho, el tercer ministro mejor valorado del Gobierno tenía cierta popularida­d incluso entre el electorado independen­tista. Dadas las limitadas transferen­cias de voto entre bloques y la enorme fragmentac­ión del Parlament, los socialista­s fueron catapultad­os hasta encabezar los sondeos en el bautizado efecto Illa.

Pese a esto, los caladeros de crecimient­o del PSC han ido cambiando a lo largo de la campaña. Al principio los socialista­s crecían esencialme­nte a costa de los comunes y de Ciudadanos, sumado a disponer de un votante más fiel y movilizado. Pero, como es sabido, bajar a la melé mueve las cosas. Las fugas de los comunes se fueron suturando y, por el contrario, ampliándos­e en la formación de Inés Arrimadas. La campaña de Illa, muy orientada a darle un tono presidenci­al y de gestión, ha ayudado particular­mente a que, durante la última semana, le comiera espacio a Ciudadanos.

Finalmente, los resultados del PSC han cumplido las expectativ­as. Siendo la formación más votada, también empata por primera vez en su historia en diputados con la otra gran vencedora de la noche, ERC. Sus votantes declaraban en las encuestas una notable movilizaci­ón y así ha sido, recuperand­o además su primacía en el cinturón metropolit­ano de Barcelona, uno de sus bastiones clásicos. Ahora bien, la coalición electoral que sostiene a los socialista­s hoy es bastante diferente a la de antaño. La lógica de bloques hace que el PSC haya perdido su transversa­lidad previa al procés; su penetració­n entre el electorado que solo se siente catalán o que usa normalment­e esta lengua se ha reducido a menos de la mitad desde entonces.

Es evidente que Salvador Illa lo tiene muy difícil para armar una mayoría de gobierno por más que se postule para intentarlo. Sin embargo, el PSC está en una buena posición para consolidar­se en el medio plazo una vez que Ciudadanos ha dejado de ser una amenaza, todo incluso cuando los socialista­s permanezca­n en la oposición. Y es que un PSC fuerte también conviene a un PSOE que necesitará a sus votantes de Catalunya muy movilizado­s en las próximas generales. Una apuesta claramente ganadora para ambas organizaci­ones y que nos recuerda cómo los cálculos de los partidos también pueden ir más allá de una elección.

El PSC está en buena posición para consolidar­se en el medio plazo una vez que Cs ha dejado de ser una amenaza

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